martes, 28 de febrero de 2012

Este jueves nos visita... Carmen Machi

Este jueves tenemos la suerte de recibir en la Biblioteca de Teatro a una de las grandes actrices del momento: Carmen Machi. La intérprete madrileña interpretará en el Teatro Circo de Marte el monólogo Juicio a una zorra, escrito y dirigido por Miguel del Arco expresamente para ella, y en el que encarna a la mítica Helena de Troya. Antes de la función, ha accedido a tener un encuentro con todos los amantes del teatro a las 18:30 horas en la Biblioteca.
Carmen Machi recala en Santa Cruz de La Palma en el momento álgido de su carrera, estando considerada una de las actrices más cotizadas en nuestro país, tras los repetidos éxitos de crítica y público en obras como Agosto, condado de Osage, en el Centro Dramático Nacional, Almuerzo en casa de los Wittgenstein de Thomas Bernhard el Falstaff shakesperiano de Animalario, en los que da buena cuenta de su versatilidad y variedad de registros que dejan muy lejos al personaje televisivo de Aída, que la hizo popular para el gran público.
Juicio a una zorra es un monólogo escrito y dirigido por Miguel del Arco, un director que se encuentra igualmente en un momento creativo excelente, tras lograr varios de los mayores éxitos de la escena española de los últimos años con obras como La función por hacer y Veraneantes. Gran actriz, gran texto y gran director en uno de los espectáculos más atractivos del año en La Palma. Y tenemos la suerte de recibir a Carmen Machi en la Biblioteca. La mejor manera de celebrar nuestro primer año de vida. ¡No te lo pierdas!

domingo, 26 de febrero de 2012

Cumplimos un año

27 de febrero de 2011
27 de febrero de 2012
La Biblioteca Municipal de Teatro cumple hoy su primer año de vida. El proyecto que Pilar Rey y Antonio Abdo ansiaron durante muchísimos años abrió por fin sus puertas el 27 de febrero de 2011 en un viejo almacén frente al Teatro Circo de Marte. Desde entonces hemos puesto nuestro mayor empeño en hacer de ese pequeño espacio un lugar de encuentro, reflexión y participación para todos los amantes del teatro. A lo largo de estos meses la Biblioteca ha logrado hacerse un hueco en la vida cultural de Santa Cruz de La Palma gracias a su programa de actividades: los encuentros con actores, el teatro leído, el premio de escritura... pero sobre todo, gracias a los muchos lectores y amigos que nos han apoyado en este tiempo. Nuestro reconocimiento en especial a la indispensable colaboración de la Escuela Municipal de Teatro Pilar Rey, que dirige Carlos de León. Y también nuestro agradecimiento a las numerosas entidades que vienen apoyándonos mediante la donación de libros. A todos, felicidades también por este primer año de libros y teatro.


jueves, 23 de febrero de 2012

"El Indiano" de Cirilo Leal

Aprovechamos las fechas carnavaleras para echarle un vistazo a una obra que trata el tema del Indiano. La obra del autor de origen palmero Cirilo Leal (Carúpano, Venezuela, 1953) es un drama que recoge los sueños, esperanzas e infortunios de uno de tantos emigrantes canarios que, por circunstancias sociales y económicas, se ve obligado a emigrar a Cuba a finales del siglo pasado en la aventura de labrar una rápida fortuna y regresar como indiano rico. La historia, inspirada en hechos reales, se inicia cuando Simón Alonso emigra a la Perla del Caribe para escapar del hambre y de las quintas; en Cuba se rebela contra los explotadores y como un mambí participa en la lucha por la independencia de la colonia ultramarina. Desengañado por la forma en que se ha materializado el proceso emancipador, se convierte en un vendedor ambulante de quincallerías por los pueblos de la isla y zonas marginales de La Habana. En un burdel, regentado por Nely, una paisana, comparten la nostalgia y las ilusiones del regreso a la tierra natal...

Simón Alonso. (Sólo en escena; monólogo del resentimiento.) ¿Qué otro remedio me queda que tomar rumbo como un huido? No quiero sustituir a un señorito y dejar la piel en un cementerio extraño. Ése no puede ser el destino del burro de carga de don Matías. ¿Qué me importan esas extrañas deudas de mi padre? ¿Por qué estoy obligado a sustituir a su hijo? (Soñando.) ¿Quién me dice que no puedo ahorrar más allá del Océano y regresar convertido en indiano? ¿Acaso no puedo amasar una buena fortuna y venir con un sombrero de jipijape de cuatro dedos de alas, leontinas, monederos de malla plateados y con una ramita de albeaca para ir regando olor por el pueblo?
Voy a buscar esa plata
y botar las alpargatas
venir con buenas corbatas
y reír de los que dan lata.
Amigos voy pa' la Bana
eso es lo que yo quiero
pa' que digan las muchachas
ahí viene un indiano nuevo.
(Reflexivo.) ¿Por que odiará tanto a esos hombres? ¿Por qué tanto empeño en que no firmemos la contrata? ¿Porque a ella le fuera mal, nos tiene que pasar lo mismo a nosotros?   
Vieja Gabriela. (Ha estado observando a Simón Alonso, se acerca confiada.) Simón Alonso, esta mujer que te vio nacer no quiere hacerte ningún mal. Muchos años he vivido, quizá más de la cuenta. Mis ojos vieron muchas calamidades desde aquel fatídico día en que me embarqué buscando un bienestar que nunca encontré.  
Simón Alonso. Porque a usted no le fue bien, no quiere decir que a los demás nos va a pasar lo mismo. Además, prefiero mil veces una contrata de ésas a servir por otro.  
Vieja Gabriela. Fuimos ilusionados por las promesas de un gancho como ése. Nadie nos advirtió. Ni siquiera los que ya habían pasado por esa calamidad. Nos ocultaron la verdad para tapar sus propias vergüenzas. [...] Simón Alonso cuídate de abandonar la tierra donde nacieras. Cuídate de caer en una trampa sin salida.  
Simón Alonso. No puedo hacer otra cosa. Si continúo aquí entonces voy a estar entrampado.  
Vieja Gabriela. Lloro pensando en el porvenir que te espera. Lloro con amargura cuando veo alejarse tantos buques abarrotados de muchachos como tú. Lloro al recordar, Simón Alonso. Lloro al recordar. 

Cirilo Leal
El Indiano 
CCPC, 1999

Los Indianos, obra de obra de Juan Bautista Fierro Van de Walle (1911)

jueves, 16 de febrero de 2012

Los fragmentos de la Biblioteca

Padre: Ahora bien, si usted piensa que nosotros, tal y como ahora nos está viendo, no poseemos realidad alguna más allá de esta ilusión…
Director: ¿Qué quiere usted decir?
Padre: (Luego de haberlos observado un momento, con una vaga sonrisa) ¡Sí, señores míos! ¿Qué otra cosa somos? Lo que para ustedes es una ilusión que se debe crear, para nosotros, sin embargo, es nuestra única realidad. (Breve pausa. Da algunos pasos hacia el Director y añade.) Y no sólo para nosotros, por otra parte, créame. Piénselo bien. (Le mira a los ojos.) ¿Sabría decirme quién es usted?
Director: (Turbado, con una cierta sonrisa) ¿Cómo? ¡Pues yo!
Padre: ¿Y si yo le dijera que no es verdad, que usted no es usted sino yo?

Luigi Pirandello
Seis personajes en busca de autor

viernes, 10 de febrero de 2012

Club de lectura

Recogemos el análisis que nuestros amigos del Club de Lectura han hecho del cuento Los asesinos de Ernest Hemingway. En su próxima sesión, fijada para el próximo miércoles, se centrarán en torno al clásico La dama del perrito, de nuestro querido Anton Chéjov. Recordamos que las sesiones del Club son abiertas a cualquiera que quiera participar.


¿Qué sabemos de… Los asesinos, de Ernest Hemingway?

Los precedentes: La primera literatura norteamericana
La primera literatura que puede ser considerada inequívocamente norteamericana, surgió a mediados de la década de 1830 en la ciudad de Boston. Antes, los primeros pobladores del norte del nuevo continente, los peregrinos, puritanos de espíritu, no veían con buenos ojos otra literatura que no fuera la Biblia; y cuando leían ficciones, eran ficciones europeas, de las que dependieron hasta mucho más allá de su independencia política del viejo continente.
Gran parte de la literatura norteamericana, y del carácter norteamericano en general, viene marcada por el espíritu de los primeros pobladores: gentes de origen humilde y profundamente religiosa, que partiendo de la nada crearon una nueva civilización, ganando terreno a una naturaleza grandiosa y salvaje. Así nació el ideal de conquista: el nuevo lugar visto como una nueva Tierra Prometida, la tierra de las oportunidades, un proceso civilizador que camina siempre hacia el Oste, siguiendo el curso del sol, luchando el hombre a brazo partido contra la naturaleza salvaje, a la que doma gracias a su dominio de la tecnología y por estar predestinado a ello. Y, también, la lucha del hombre contra la parte no civilizada de sí mismo, con las armas de su razón y su pragmatismo, ese “hacerse a sí mismo” y el enriquecimiento económico partiendo de la nada, tan propios de la cultura norteamericana.
Los primeros escritores norteamericanos vivían en Boston, y escribieron siguiendo el ejemplo de sus homónimos europeos; en concreto, de los idealistas alemanes y escritores románticos. Emerson, Whittmann, Thoreau y Melville fueron sus figuras más destacadas. Llamados “trascendentalistas”, tienen en común una escritura profundamente religiosa, y de culto a la naturaleza, que en sus escritos tiene similitudes con el Dios de Antiguo Testamento. A estos se opusieron esos otros escritores afincados mayoritariamente en Nueva York, inspirados más bien en la novela gótica, que escriben oscuras historias en paisajes urbanos, como Edgar Allan Poe. Finalmente, hay quien, como Hemingway, consideran a Mark Twain el primer escritor genuinamente norteamericano. Liberado de la herencia europea, Twain habría creado un nuevo estilo, más cercano a la narración oral: directo, rápido, lacónico, preciso, poco retórico, en todo parecido al artículo periodístico.
Ernest Hemingway, como todo escritor que pueda ser llamado clásico, recogió la herencia de sus predecesores para llevar la literatura por nuevos caminos. El tema de sus obras recoge la tradición de la conquista, de la lucha contra un adversario al que se admira. El adversario puede ser el pez que se pesca, el animal que se caza, el enemigo en la batalla o un toro en la lidia; pero en todos los casos es un adversario digno, que destaca por su valor, un compañero de lucha que pone a prueba el mérito del protagonista. Y, por encima de todo, está el valor del enfrentamiento mismo, que alcanza en este autor unas dimensiones míticas.

La generación perdida
Hemingway perteneció a lo que su amiga la novelista Gertrude Stein llamó, como él mismo explica en París era una fiesta, la Generación Perdida, junto con F. S. Fitzgerald, Ezra Pound, Sherwood Anderson y John Dos Passos; un grupo de escritores norteamericanos expatriados mayormente en París después de la Primera Guerra Mundial, desilusionados de la guerra y del mundo frívolo y sin sentido que surgió después. Fue una generación desorientada, en busca de nuevos valores.
Estilísticamente, crearon la que se ha dado en llamar escritura minimalista, que se opuso a la escritura minuciosa, detallista, pormenorizada a la que habían llevado los excesos del realismo. Los primeros escritores que practicaron el minimalismo fueron en su mayoría periodistas, como lo había sido Mark Twain. Acostumbrados a plasmar la realidad de la forma concisa que requiere un artículo periodístico, se dieron cuenta que el detalle abundante con que la novela realista describe la realidad, contrariamente a lo que se pretende, no resulta natural, en absoluto. Probablemente porque no tiene en cuenta lo que no se puede escribir: el vacío, el silencio entre las palabras, lo que no se dice pero tiene casi tanto peso como la palabra escrita.
Como Chejov, al que admiraban, los de la generación perdida escribieron con un estilo claro, directo, objetivo y sencillo, evitando las digresiones y los clichés, alcanzando así una gran fuerza expresiva, una intensa emotividad; empezando sin preámbulos, in media res, colocando al lector directamente en situación, exponiéndole los hechos con un lenguaje cuidadosamente elegido para que parezca natural, y con abundancia de diálogos ágiles y transparentes; como si el lector llegara en mitad de una conversación, cuyo contenido se va aclarando a medida que transcurre la historia, que en muchas ocasiones acaba como empezó, como si, simplemente, el lector se apartara y dejara que esta siguiera su curso sin él.

Los asesinos: un peculiar cuento policiaco
Hay quien dice que el policiaco es el género literario por antonomasia, porque busca como ningún otro emocionarnos con la lectura. Mas en concreto, las emociones que provoca son el suspense y la angustia.Cuando hablamos del maestro del suspense, todos pensamos en Hichkock. Pero antes que él, era Hemingway. Veamos, si no, como consigue crear este efecto en el cuento que hemos leído en nuestra tertulia.
Pero antes que nada debemos preguntarnos qué es el suspense. El suspense es probablemente el recurso literario más utilizado, y consiste en la emoción que acompaña a la suspensión, a la interrupción de la secuencia de sucesos. Cuando sucede algo, sentimos la imperiosa curiosidad de saber qué pasará luego; y cuando no se nos da la información inmediatamente, nuestra curiosidad aumenta en proporción al tiempo que pasa hasta que tenemos la respuesta.
En Los asesinos, la formulación explícita del enigma que mueve el relato no llega hasta mediado el cuento: “Te lo diré”, dice Max, uno de los asesinos, “vamos a matar a un sueco”. Hasta ese punto se ha demorado la cuestión. Pero luego aún queda por saber por qué: “¿Por qué van a matar a Ole Andreson? ¿Qué les ha hecho?”, pregunta George, el encargado el bar a donde han ido a parar los asesinos. La respuesta es muy parca: “lo hacemos por un amigo”, por lo que la tensión se renueva, el pulso entre el lector que quiere saber y el escritor que se resiste a contar. Y mientras tanto se multiplican los motivos de inquietud: “—Muy bien —dijo George—. ¿Y que hará luego con nosotros? —Eso dependerá —dijo Max—. Es una de esas cosas que nunca sabes hasta que llega el momento—. George levantó la mirada hacia el reloj. Eran las seis y cuarto”, un poco pasada la hora en que suele el sueco llegar al bar. ¿Vendrá hoy?
Finalmente, el sueco no llega y los asesinos se van. Pero no acaba ahí el suspense: Con uno de los parroquianos del bar, Nick Adams, vamos en busca del sueco, para advertirle. ¿Llegaremos a tiempo? ¿Servirá para algo? ¿Le pasará algo al mensajero, esto es a nosotros, por meternos en donde no nos llaman? “Es mejor que no te mestas en esto”, advierte Sam, el cocinero. “Es mejor que te mantengas al margen”. Pero, ¿quién sería capaz de hacerlo, y quedarse sin saber qué pasará? “Iré a verlo”, le dice Nick a George; y nosotros, lectores del cuento, suspiramos aliviados. Pero por poco tiempo.
Contra todo pronóstico, la víctima, advertida de que vienen a matarle, no se apresta a huir; ni siquiera va a enfrentarse a sus asesinos: “— No puedo hacer nada al respecto —dijo Ole Andreson. — Le diré cómo eran. — No quiero saber cómo eran —dijo Ole Andreson. Miraba a la pared—. Gracias por venir a contármelo”. El otro personaje, tan incrédulo como nosotros, insiste: “— ¿No quiere que vaya a avisar a la policía? — No —dijo Ole Andreson—. Eso no serviría de nada. — ¿Hay algo que pueda hacer? — No. No se puede hacer nada. — A lo mejor era un farol. — No. No era un farol”. El escritor, por boca de Nick, el salvador, agota por nosotros todo consuelo posible. Y, ante el asesinato inevitable, aún carga las tintas: la inmoralidad del suceso (el asesinato a sangre fría, sin escapatoria posible) lo es más aún por la bondad de la víctima. “Es un hombre agradabilísimo”, dice la patrona de la pensión. Y aún más: “Es tan amable”.
Nick Adams vuelve al bar, a contarle a George que no hay nada que hacer. Y el cuento acaba con una recomendación de George: “mejor que no pienses en ello”, muy parecida al consejo antes nos había dado el cocinero, de no meternos, que nos deja con un sabor agridulce en la boca, y que da una dimensión trágica al cuento. No es una inmoralidad, un cobarde no querer inmiscuirse; simplemente, no se puede eludir el destino. Antes de Hemingway, los dramaturgos griegos ya hablaron de eso. Y, más próximos en el tiempo, autores modernos como Conrad (“¡El horror! ¡El horror!) y Kafka, hablaron también de la incapacidad del hombre para dirigir su vida. Hemingway, el descendiente de aquellos peregrinos que fundaron el estilo de vida americano, viene a concluir que el proyecto de sus ancestros no resulta posible.

En conclusión
Hemingway recoge el testigo de sus predecesores, la grandeza mítica de unos, como Melville, la oscuridad de otros, como E. A. Poe, el laconismo de Chejov y Mark Twain, para crear su propio estilo: un estilo que consiste en reducir a un mínimo la expresión para incrementar proporcionalmente la expresividad, y poder así explorar mejor lo más recóndito del alma humana.

jueves, 2 de febrero de 2012

Convocamos el 29 Concurso de Teatro escrito por niños y jóvenes

Publicamos hoy las bases de nuestro premio de escritura teatral infantil y juvenil. Tras los buenos resultados alcanzados el pasado año, confiamos en que en esta nueva convocatoria aumente la participación y tengamos una mayor implicación de la comunidad educativa. Se trata, a fin de cuentas, de despertar entre los niños y jóvenes el interés por el teatro no sólo como espectáculo escénico sino también presentarles las posibilidades que ofrece una forma expresión escrita que luego puede tener plasmación en un escenario.
 
La Biblioteca Municipal de Teatro Antonio Abdo de Santa Cruz de La Palma, con el fin de estimular la escritura dramática en la Isla, convoca la 29 edición del concurso insular de obras de teatro escritas por niños y jóvenes, con arreglo a las siguientes

BASES

1.- Podrá participar cualquier persona nacida o residente en la isla de La Palma que no haya cumplido 18 años. 

2.- Se establecen dos categorías:
            Infantil: Hasta 12 años inclusive.
            Juvenil: De 13 a 17 años.

3.- Podrán presentarse trabajos escritos por más de un autor, siempre que por edad pertenezcan a la misma categoría.

4.- La extensión de los trabajos es libre, admitiéndose minipiezas, textos breves u obras de duración convencional. Sólo se admitirán textos teatrales. Los escritos narrativos o pertenecientes a otros géneros literarios no serán valorados.

5.- Los trabajos en la categoría infantil habrán de entregarse escritos a mano (original, no fotocopia) y podrán estar ilustrados por el/los autor/es del texto. Los textos de la categoría juvenil se presentarán en formato DIN-A4 e impresos a doble espacio por una sola cara.

6.- Las obras han de ser inéditas y no haber sido nunca representadas.

7.- El plazo de presentación de originales finaliza el 31 de mayo. El fallo del jurado, que será inapelable, se hará público durante el mes de junio.

8.- Los trabajos han de entregarse en el Registro de Entrada del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, o bien enviarse a Biblioteca Municipal de Teatro Antonio Abdo, c/Virgen de la Luz nº8, 38700. Santa Cruz de La Palma, indicando en el sobre “Para el Concurso de Obras de Teatro” y la categoría a la que pertenecen (Infantil o Juvenil). En un folio aparte se incluirán los datos personales del autor, incluyendo edad, dirección, teléfono de contacto y, en la categoría infantil, centro educativo al que pertenece. 

9.- Se establecen los siguientes premios:

            Categoría Infantil:           -Lote de libros.
-Dos pases para los espectáculos infantiles que programe el ayuntamiento en los Teatros Municipales de Santa Cruz de La Palma en la temporada 2012-13.
-Diploma.

            Categoría Juvenil:          -Lote de libros.
-Dos pases para los espectáculos de teatro que programe el ayuntamiento en los Teatros Municipales de Santa Cruz de La Palma en la temporada 2012-13.
-Trofeo.

10.- Los textos galardonados serán dados a conocer públicamente por medio de una lectura dramatizada a cargo de los alumnos de la Escuela Municipal de Teatro Pilar Rey de Santa Cruz de La Palma. La Biblioteca Municipal Antonio Abdo se reserva el derecho de publicar los textos premiados, así como los accésit en el caso de que los hubiere.

11.- En ningún caso serán devueltos los originales recibidos.

12.- El concursante, por el mero hecho de participar, acepta íntegramente las presentes bases.

Santa Cruz de La Palma, 1 de febrero de 2012