viernes, 14 de septiembre de 2012

Lo que llega a los escenarios en Canarias


Te proponemos nuestro particular repaso a la primera parte de la nueva temporada teatral en Canarias, con varias citas que no te debes perder.

Si supiera cantar me salvaría. El crítico
El Teatro Guimerá acoge la próxima semana (21 y 22 de septiembre) el estreno absoluto de la última obra de Juan Mayorga, uno de los principales exponentes de la dramaturgia española contemporánea. Con dirección de Juan José “Cuco” Afonso y protagonizada por Pere Ponce y Juanjo Puigcorbé, la pieza relata el enfrentamiento entre Volodia, un reputado crítico teatral, y Scarpa, el autor de la obra que acaba de ver y sobre la que está a punto de escribir. Un texto sobre dos seres necesitados de amor y de amistad en el que se enfrentan dos modos de estar en la vida.

Tío Vania
Imprescindible esta versión del clásico de Chéjov a cargo de la compañía valenciana L’Om Imprebis bajo la dirección de Santiago Sánchez. Grandes interpretaciones (en el reparto figuran Sandro Cordero, Rosana Pastor y Carles Montoliú, entre otros) y una puesta en escena limpia y cuidada para uno de los textos esenciales de la historia del teatro. Estarán en el Teatro Cuyás el 26 y 27 de octubre.

De cintura para abajo
Dunia Ayaso y Félix Sabroso vuelven a juntarse para escribir y dirigir un texto con el que Antonia San Juan se sube al escenario del Teatro Guimerá (los días 12 y 13 de octubre) y del Teatro Circo de Marte (6 de octubre), en compañía de Luis Miguel Segui y Jorge Monje. Victoria y Román son una pareja de estafadores que pasan por sus horas más bajas, no sólo porque están a punto de acabar su relación, sino porque además la quiebra económica puede llevarlos a prisión

Dos valiosas propuestas del Leal.Lav
El Teatro Leal de La Laguna pone en marcha este año un valioso proyecto que apuesta por la formación de calidad, la exhibición de propuestas vanguardistas y por la investigación de nuevos lenguajes. En este marco podremos ver algunas piezas de enorme interés como la aplaudida Fingir, que presenta el grupo Colectivo96º (26 de octubre) una comedia inteligente y audaz que investiga los difusos límites de la realidad y la ficción, y la inquietante Jerk (14 de diciembre), espectáculo de títeres de Gisèle Vienne que reconstruye de forma imaginaria –extraña, poética, divertida y lúgubre- los crímenes perpetrados por el asesino en serie norteamericano Dean Corll, que mató a más de veinte niños a mediados de los años setenta. El montaje muestra a uno de los cómplices de Corll cumpliendo cadena perpetua. En prisión, aprende el arte de los títeres, que de alguna manera le capacita para lidiar con su responsabilidad como coautor de los crímenes.

El Nacional
Els Joglars regresa a las Islas (Teatro Cuyás, 14 y 15 de diciembre) con la versión actualizada de El Nacional, obra estrenada en 1993. Albert Boadella, que precisamente acaba de anunciar que abandona la dirección de esta mítica compañía tras más de 50 años al frente, repasa con su habitual ironía y crítica mordaz muchos de los males de la profesión teatral. “Don Josep” pretende rescatar con un grupo de indigentes este viejo oficio que siempre ha sido de canallas, bufones, juglares y payasos. Nada que ver con los actores histriónicos, intelectuales y realistas que degeneraron la profesión hasta convertirla en un arte para funcionarios.
 
El tipo de la tumba de al lado
Al final de la pasada temporada ya pudimos ver el Cuyás esta comedia amable dirigida por José María Pou y protagonizada por Maribel Verdú y Antonio Molero. Ahora regresa al Teatro Circo de Marte de Santa Cruz de La Palma (9 de noviembre) esta historia basada en el best-seller mundial de la escritora sueca Katarina Mazeeti que se adentra en la relación entre dos personas social y culturalmente opuestas.

Elling
Dirigida por Andrés Lima y protagonizada por Carmelo Gómez y Jordi Aguilar, Elling, de Ingvar Ambjornsen, es una obra terriblemente conmovedora pero a la vez tremendamente divertida, en la que dos cuarentones que viven recluidos en un hospital psiquiátrico de Noruega con la única enfermedad diagnosticada de no ser capaces de adaptarse a la vida en sociedad. Del 18 al 20 de enero en el Teatro Cuyás.
Lúcido
Es Rafael Spregelburd uno de los dramaturgos argentinos mejor valorados de la actualidad. El Teatro Cuyás (25 y 26 de enero) presenta este texto dirigido por Amelia Ochandiano y protagonizado por Isabel Ordaz. De niños, una hermana dona un riñón a su hermano agonizante. Ambos sobreviven, pero a un costo enorme. Pocas familias salen indemnes de algo así. Años más tarde, la hermana vuelve de Miami y reclama lo que es suyo. 

El manual de la buena esposa
Ya en el mes de febrero (22 y 23) llega también al Cuyás esta comedia que ha cosechado muy buenos resultados en su temporada madrileña, con dirección de Quino Falero y construida a partir de los textos de Miguel del Arco, Yolanda García Serrano, V. Fernández, Anna R. Costa, Juan Carlos Rubio y Alfredo Sanzol. Una obra que habla sobre la mujer española y los tiempos que le tocó vivir desde 1934 hasta 1977. Pero también habla de las relaciones matrimoniales, la educación, el deporte, la invasión de las suecas, la religión, la censura, la radio, la sexualidad y hasta de los coros y danzas.

Tres estrenos canarios a tener en cuenta
Al menos tres estrenos de compañías canarias reclaman nuestra atención en los últimos meses de 2012. El más inmediato (28 y 29 de septiembre, Teatro Guimerá) es la última propuesta de Reymala, que con Las bodas del Capitán, subtitulada Comedia all’improviso para tiempos de bancarrota, repite la exitosa fórmula de La reunión de los Zanni, con la que aún continúan recorriendo los escenarios de las Islas. La compañía se pone de nuevo a las órdenes de Adriano Iurissevich para abordar el género de la máscara a partir de una versión libre de La discreta enamorada de Lope de Vega.

A finales de octubre (25 y 26 de octubre en el Auditorio Capitol de Tacoronte) Delirium Teatro estrena La punta del iceberg, de Antonio Tabares. La veterana compañía tinerfeña cambia de registro tras varios años abordando la comedia crítica para poner en escena este texto en clave de thriller que gira en torno al deterioro de las relaciones humanas en un entorno laboral hostil. Reparto de altos vuelos (Soraya G. del Rosario y Vicente Ayala como protagonistas) y dirección de Severiano García.

Y terminamos con la nueva propuesta de la compañía Clapso, que en el mes de noviembre (del 22 al 25 en el Teatro Cuyás) estrena la comedia musical Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí, adaptada por Israel Reyes a partir de la película original de Félix Sabroso y Dunia Ayaso. Música de Germán Arias y reparto de campanillas (Lili Quintana y Yanely Hernández, Mari Carmen Sánchez, José Carlos Campos, Mingo Ruano y Víctor Formoso, y Nacho Rivas).

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Club de Lectura

En torno a "Un artista del hambre", de Franz Kafka

Permítanme un tópico, y empecemos por el final. Imaginemos a Franz Kafka en el sanatorio de Kierling, gravemente enfermo, pensativo. Le queda poco tiempo de vida, pero eso, evidentemente, no lo sabe, aunque debe sospecharlo. La tuberculosis le afecta a la garganta y le resulta difícil comer y beber. Ya no habla, utiliza hojas de papel para comunicarse con las dos personas que lo acompañan: su pareja Dora Diamant y su amigo Robert Klopstock. En estas circunstancias, Kafka se ve obligado a revisar las pruebas del cuento Un artista del hambre, ya que la editorial berlinesa Die Schmiede tiene la intención publicarlo junto a otros de sus textos. Según nos relata Klopstock, cuando Kafka termina las correcciones tiene el rostro bañando en lágrimas.
El texto al que nos referimos había sido escrito en 1922, el año de su conocida novela El castillo. En él nos cuenta la historia de un ayunador, un profesional del hambre, que es observado por el público a través de las rejas de una jaula. También lo custodian tres vigilantes, normalmente carniceros, encargados de evitar que rompa el ayuno. Esta vigilancia a la que está sometido el ayunador lo atormenta por creerla injusta hacia su arte. Sabiendo que está bajo sospecha, se afana por cantar durante la noche, cuando los vigilantes le prestan menos atención. Todo es inútil, ya que nadie admira su ayuno, sino su supuesta habilidad para cantar y comer al mismo tiempo.
Como si de una vanguardia artística se tratase, el momento del ayunador está llegando a su fin, y la ruptura entre él y su público será cada vez más evidente. Sin embargo, se mantendrá fiel a su vocación, a pesar de este distanciamiento. Por otra parte, resulta interesante un hecho, y es que el ayunador reúne en sí mismo tres aspectos diferentes: es artista, obra y espectador al mismo tiempo. “Nadie”, dice el texto “podría saber por propia experiencia si realmente había ayunado de un modo continuo y sin faltas; sólo el ayunador profesional podía saberlo, sólo él, por tanto, era al mismo tiempo el espectador más satisfecho de su ayuno”.  
La actividad del artista del hambre estaba marcada, en principio, por el empresario, quien establecía el tiempo máximo de ayuno: 40 días. A lo largo de todo el cuento, aparecen referencias que nos hacen pensar en una sacralización del arte, como los 40 días que pasó Jesucristo en el desierto, la consagración de la vida a una vocación, el rechazo a todo lo material, etc. Invariablemente, cuando el ayuno finaliza, el artista del hambre se lamenta al saber que podría ir más allá. Tendrá la oportunidad de demostrarlo cuando lo contrate un gran circo, pero ya será demasiado tarde. Su  jaula, colocada cerca de las cuadras, se convertirá prácticamente en un estorbo. Nadie contará los días que dure su ayuno, ni si siquiera él mismo. Será entonces, al final del cuento, cuando descubramos su pequeña trampa. A pesar de necesitar la admiración del público, sabe que su ayuno no le supone un sacrificio. “Me es forzoso ayunar”, confiesa a un inspector, “no puedo evitarlo (…) porque no pude encontrar una comida que me gustara. Si la hubiera encontrado, puedes creerlo, no habría hecho ningún cumplido y me habría hartado como tú y como todos”. Éstas serán las últimas palabras del ayunador, quien enterrado junto con la paja, será sustituido por una pantera, contrastando así su muerte con la vida y la fascinación que desprende el animal.
Kafka habría podido elegir cualquier actividad para indagar en la caducidad del arte, pero se decantó por una imagen concreta, un hombre encerrado en una jaula. Entre sus aforismos, hay uno que nos remite a esta idea, y es el siguiente: “una jaula salió en busca de un pájaro”. El aislamiento, la cárcel y la jaula son imágenes que rondaban siempre su mente, pues de alguna manera se sentía atrapado. Sin embargo, su prisión no era tal, sino una jaula con rejas alejadas entre sí. A través de ellas podía participar del mundo, e incluso escapar, pero algo más fuerte que él se lo impedía. De igual forma que Kafka, el artista del hambre no está aislado por los barrotes, sino por una cuestión más profunda, es decir, por la incomprensión mutua existente entre él y la vida.
Entre las leyendas que rodean la figura de Kafka hay una muy extendida, y es la que afirma que pretendía destruir su obra. Realmente esto no fue así, o por lo menos, no del todo. La imagen de Kafka debilitado por la enfermedad, corrigiendo un texto porque va a ser publicado, bastaría para cuestionar este aspecto. Sin embargo, es algo que también se refleja en sus escritos. Milan Kundera, en Los testamentos traicionados, recoge el siguiente fragmento de una carta encontrada por Max Brod en 1924, después de la muerte de su amigo:
“De todo lo que he escrito, son válidos únicamente los libros: La condena, El fogonero, La metamorfosis, La colonia penitenciaria, Un médico rural y un cuento: Un campeón del ayuno. Los pocos ejemplares de Contemplación pueden quedar, no quiero dar a nadie la molestia de destruirlos, pero no deben ser reimpresos”.
Lo que Kafka pretendía en realidad, era que destruyeran sus textos íntimos (es decir, las cartas y los diarios) y los cuentos y novelas que según su forma de ver, no había conseguido llevar a cabo. Para bien o para mal, debemos a Max Brod que esto no fuera así, y en parte, la idea que tenemos hoy de Kafka no es otra que la que él nos ha transmitido, y no la que el escritor esperaba. Por eso creo que es conveniente separar, aunque sea mentalmente, las obras de las que Kafka estaba satisfecho de las que no. En esta sentido, podemos leer Un artista del hambre con la tranquilidad de saber que fue uno de los pocos textos con los que él se idéntico plenamente.

Belén Lorenzo