martes, 27 de noviembre de 2012

El Club de Lectura cumple su primer año

Nuestro Club de Lectura cumple su primer año a mediados de diciembre y lo celebran haciendo lo mejor que saben: reuniéndose de nuevo para hablar de libros y literatura. La cita, abierta a todos los que quieran unirse, es el día jueves 13 de diciembre, a las 20:15 horas, en la Biliblioteca de Teatro. El texto elegido para esta ocasión es  Un día perfecto para el pez plátano, de J. D. Salinger; un escritor que, tras lograr un gran éxito de crítica y público con su novela El guardián entre el centeno, le dio la espalda a todos y se fue a vivir como un ermitaño en una cabaña en el monte. Discutiremos hasta que punto el escritor se debe sólo a sí mismo o también a sus lectores.

A continuación os dejamos con las conclusiones de la anterior sesión:

"En nuestra última sesión del Club de Lectura nos plateábamos si existe una forma de escribir, también una forma de leer, diferente para hombres y mujeres; a partir de la lectura de dos cuentos, uno de mujer (Un tren a Burdeos, de Duras), otro de hombre (La máquina de follar, de Bukowski). Hubo mucho debate, pero finalmente sí, llegamos a una conclusión: que, al menos en los extremos de un continuo, la literatura escrita por mujeres es más sensual y sutil, mientras que la de hombres tiende a ser explícita y de acción.

Tocamos el tema desde diversos ángulos: Histórico, desde el tiempo en que ni siquiera se planteaba la cuestión por no haber apenas escritoras, pasando por los años sesenta del siglo pasado, cuando desde el pensamiento de izquierdas y feminista se defendía que las diferencias son sólo fruto de una educación diferente, hasta llegar al día de hoy, cuando se está planteando que, por el contrario, la diferencia es “real”: está en nuestros cerebros, que son diferentes según sean de hombre o de mujer. Nos pareció, también, que esto responde al signo de los tiempos: cuando predomina un pensamiento de izquierdas las explicaciones tienden a ser más sociales y culturales; cuando, en cambio, domina la derecha, rebrotan los fundamentalismos biológicos y anatómicos. Desde otro punto de vista, psicológico, observamos que la mujer autómata, que aparece en uno de los cuentos elegidos, es un producto del miedo que sienten los hombres cuando la mujer se vuelve más autónoma (otro ejemplo lo tenemos en el cuento El hombre de la arena, de E. T. A. Hoffmann). Un miedo que, por cierto, parece haberse invertido hoy en día, cuando se quiere poner al hombre en el lugar que antes ocupaba la mujer, viéndolo como una máquina complaciente (como en la película I. A. Inteligencia Artificial, de Spielberg), o un vampiro avergonzado de su propia naturaleza (en la serie Crepúsculo). En fin, para acabar, reconocimos que no sólo la mujer está cambiando en estos tiempos revueltos; también hay hombres que, sin renunciar a lo que son, buscan la igualdad de derechos, que no de naturalezas (lo que es imposible). Buscando una fórmula para acabar con las injusticias de la desigualdad, algunos hombres han encontrado en la ironía la manera de desmontar los tópicos machistas, riéndose de ellos sin caer en la culpa de siempre, que rebaja al que se pone de rodillas, haciéndolo inferior. Por decirlo de una forma simple: todos, hombres y mujeres, fuimos y seguimos siéndolo en gran parte machistas; y la “guerra de los sexos” no es más que una continuación del machismo (que es guerrero por naturaleza). La igualdad no se encuentra en la batalla sino en la retaguardia, en la emoción del desertor, quien, viendo el horror de las guerras inútiles, empieza por llorar de pena para acabar muerto de la risa. Lloramos y reímos a un tiempo, por el absurdo de los numerosos errores de nuestra naturaleza, humana, demasiado humana.

Al terminar, uno de nosotros sugirió una lectura curiosa: de una novela en que es difícil ver si está escrita por un hombre o por una mujer: El club de Gabriel, de Joydeep Roy-Bhattacharya. El mismo contertulio introdujo el tema del siguiente debate: Sobre la autoría. El escritor, ¿se debe más a su obra o a los lectores? Leeremos el cuento Un día perfecto para el pez plátano, de J. D. Salinger, un escritor que tras obtener una grandísimo éxito de público con la novela El guardián entre el centeno, le dio la espalda a ese mismo público que le hizo famoso. ¿Tiene sentido? ¿Es eso lícito? Intentaremos dar respuesta a estas y otras preguntas."

domingo, 18 de noviembre de 2012

"La biblioteca encantada, encantada de conocernos"

"LA BIBLIOTECA ENCANTADA, ENCANTADA DE CONOCERNOS"
Club de Lectura Infantil de la Biblioteca de Los Llanos de Aridane

PERSONAJES
 
Carla: Valiente. Pelo largo, rizado, piel blanca, ojos grandes y brillantes, ropa informal.
Sofía: Responsable y seria. Pelo largo, delgada, siempre enfadada.
Manuel: Inteligente y blandengue. Cara redonda, pelo negro y con flequillo.
Paolla: Dura. Pelo largo, tatuaje en la pierna, cara de mala.
Thais: Charlatana. Divertida, pelo corto y ojos verdes.
Alejandro: Inteligente, chiflado por los ordenadores. Gafas de culo de botella, rubio e inteligente.
Lucas: Macarra. Musculoso, pelo marrón, cara de pocos amigos.
Rubén: El demonio. Moreno, pelo corto y pensativo.
Maroa: Pija. Bien vestida, maquillada, rubia, de pelo largo.
María: Artista. Siempre con coleta y súper sincera.
Andry: Funky. Piel morena, pelo negro y muy amiga de sus amigos
Michael: Deportista. Pelo media melena, deportista y una sonrisa preciosa.
Eugenia: Bibliotecaria. Con gafas, coleta e hiperactiva.
LUCES
Siempre enfocando a los niños en la mesa central, a excepción de cuando, en un momento determinado, María se pone a dibujar y Michael interviene en dos ocasiones que está arrinconado en una silla al fondo del escenario.

DECORACIÓN
Estantería con libros, sillas, mesa, una máquina de golosinas, colores, papel, varios móviles.


ACTO ÚNICO
En el centro del escenario: una mesa, una silla, estantería, libros, una máquina de golosinas y un grupo de niños estudiando. En la parte de atrás del escenario: una puerta y un niño lavándose las manos. Se cierra el telón. Se escucha un ruido de llaves. Acto seguido, se abre el tolón y todos se miran entre ellos.
Carla sale corriendo a ver qué ha sido ese ruido.
Sofía: ¿Qué ha pasado? (Se queda pensativa. Escucha un ruido pensando que es Carla.)
Manuel: (Dice con voz temblorosa.) Carla, ¿eres tú?
(Un silencio se apodera de la sala.)
Paolla: ¿Quién está ahí?
(En ese momento aparece un niño por la puerta del baño.)
Thais: (Le dice al grupo, bajito.) ¿Ese de ahí quién es?
Alejandro: (Se acerca un poco asustado al niño.) ¿Quién eres? ¿Y qué haces aquí?
El niño: (Responde con aire desafiante.) Mi nombre es Lucas, pero me llaman El Cobra (Y hace una señal con la mano.) Y he venido al baño. 
Rubén: ¿Qué ha dicho? ¿El Cabra o El Cobra?
Paolla: Yo creo que El Cabra.
Lucas: El COBRA.
Manuel: Creo que me he hecho pi pi.
Maroa: Hola Cabra.
Alejandro: (A Maroa.) Cobra, que se va a enfadar. Y como mucho el nombre científico: TONTUS COBRUS.
Lucas: ¿Y qué hacen ustedes aquí, chavales?
María: Un trabajo para clase de historia.
(De repente aparece Carla gritando.) Nos han encerrado.
Sofía: Dejémonos de presentaciones y salgamos de aquí.
(Los chicos, desesperados, intentan hablar por el móvil.)
Maroa: Mamá, ¿estás ahí? Me he quedado sin pintalabios. ¿Y entonces? Paolla. (Grita.) ¡Vete al grano! Se escucha un pitito, pi, pi, pi.
Lucas: ¡Niñatos! 
Rubén: Oye, tío, no te pases.
Lucas: (Contestándole a Rubén.) ¿Y tú qué decías?
Rubén: Déjanos en paz.
Sofía: (Enfadada, le grita.) ¡Eh, tú! ¿Qué vas a hacer?
Lucas: (Sentándose y cogiendo un libro, grita.) Reírme un rato de ustedes. Hala, pero este libro es de un ratón y está vivo. Lo mataré. (Empieza a golpear el libro, intentando matarlo.)
Manuel: ¿Pero qué haces con el libro, que te lo vas a cargar? ¿No ves que no es un ratón de verdad? ¡Es sólo fantasía!
Lucas: Vale, es verdad. Es mejor no romperlo. Es un ratón periodista y me puede entretener.
Paolla: (Intenta llamar a su madre.) ¡Mamá, estoy...! (La otra persona reponde: "Paolla, estoy en la cárcel".) ¿Otra vez, mamá? ¿Cuántas veces te he dicho que no le pegues a los guardias, mamá? (Paolla se queda pensativa y tira el móvil al suelo enfadada.)
Sofía: ¿Qué os pasa? ¿Es que no queréis salir de aquí?
Andry: (Que está intentando coger una chocolatina de la máquina. Grita.) A mí lo que me pasa es que no me sale la chocolatina de la máquina. (Y le pega una patada.)
Lucas: (Sigue leyendo el libro que tiene en la mano, lo mira y se ríe.) Luego dicen que el macarra soy yo.
Rubén: ¡Así no! ¡Un poco más fuerte! ¡Así! (Y le pega una patada y se abre la máquina completamente.)
Thais: Tenemos comida. Podemos sobrevivir.
Sofía: Tanta chocolatina no es buena para la salud.
Maroa: Ni para el cutis.
Lucas: Ni para el coco.
Manuel: Ni para nada. Salgamos de aquí.
Thais: (Llama a sus padres. "El número 60554532 está apagado o fuera de cobertura".)
(Michael lleva toda la noche entretenido con un libro de historia del deporte y no se ha enterado de nada.)
Sofía: (Le grita.) ¡Eh, tú! ¿Qué? ¿No ayudas?
Michael: Michael Jordan se llama como yo. Perdón, ¿decías algo, Sofía?
Carla: No tenemos otra cosa que hacer. Nos tendremos que quedar aquí hasta mañana.
Manuel: ¿Qué? ¿Yo? ¿Aquí? ¿Sólo en la oscuridad oscura, sin mi estuche y mi calculadora?
Maroa: No puedo dormir sin mi antifaz y sin escribir tres líneas de mi diario.
Andry: Ni yo sin que mi mami me lea mi cuento.
Lucas: ¿Cuál quieres que te lea, princesa?
Alejandro: Jooooooo, ni sin mi supertelevisión de plasma.
Sofía: ¡Qué inmaduros son! Todos necesitáis dormir con un peluche o cuento.
Carla: Ay, la señorita perfecta.
Sofía: ¿No te traes a tu muñequita?
Carla: Para tu información, la tengo en la mochila.
(Lucas sigue partiéndose de risa, intentado saber cuál es el más listo de todos.)
Manuel: Lucas, no te rías, que seguro que duermes con algo ridículo como nosotros.
(Lucas se levanta de repente.)
Lucas: ¿Qué dices?
(Y todos tiemblan.)
Lucas: Yo duermo con mi gatita Arcoiris.
Maroa: ¿Por qué ese nombre?
Lucas: Porque es de todos los colores.
Andry y Thais: ¿Y por qué? ¿No es una gata?
Lucas: Practiqué grafitos con ella.
Andry: (Choca sus manos con él y dice:) Así se hace, colega. 
Manuel: Pobre gata.
Alejandro: (El informático del grupo, que estaba jugando con el ordenador.) Digo: voy a mandarle un whatashapp a mi madre; pero sorpresa, chicos, ¿a que no sabéis? Tampoco hay Internet.
Carla: Debió desconcertarlo Eugenia antes de irse.
Alejandro: ¡Pero sin embargo de nosotros sí se olvidó!
María: Señor Cabra, ¿puedo hacer un dibujito, ya que vamos a estar juntos toda la noche?
Lucas: ¡No! ¡Date el piro!
Sofía: Sólo intentaba entretenerse, déjala en paz.
Carla, María, Sofía y Thais: (Gritan temblorosas.) Sí, señor Cobra, déjenos en paz.
Alejandro: ¡No te metas con ella, niñato!
Maroa: Sí, sí, sí, señor Cabra, usted a sus asuntos. ¿Y cuáles son sus asuntos?
María: Fastidiar a los demás, pero no calientes más el ambiente, que estamos solos ante el rata.
Paolla: (Se empieza a poner nerviosa. Se enfada.) ¡Me cachis! ¿Cuántas veces van ya?
Thais: ¿Qué dices, Paolla?
Paolla: Que cuántas veces han metido a mi madre en el calabozo. Son quince o dieciséis.
Sofía: Paolla, concéntrate en lo que estamos haciendo, luego te encargas de tu madre.
Alejandro: Oiga, señor Cabra, no, perdón, Cobra, quiere usted ver mi e-book. tiene muchas aventuras de Gerónimo Stilton. (Lucas se lo saca de las manos.) Tío Cabra, devuélvemelo.
Lucas: ¡Cógelo si puedes, pringado! (Lo lanza al aire y cae en la mesa de Michael.)
Michael: ¿De dónde ha salido esto?
(María se aparta a una esquina y comienza a dibujar.)
Carla: (Se levanta seria, va derecha a Michael.) Dame eso, que no ayudas en nada.
(Carla le devuelve el e-book a Alejandro.)
Alejandro: Gracias, mercì, thank you, grazie, danke.
Carla: ¿Eh?
Lucas: Jolines. Lo que voy a aprender esta noche. Hasta idiomas. Ni en mis mejores sueños.

Andry: No lo sabes tú bien. (Y choca las manos.)
Maroa: (Hablando con Paolla, se acuerda de las rebajas al ver el periódico.) Chicos, mega oferta en vestidos.
Carla: ¡Pero qué superficiales son!
(María recorta los dibujos y los reparte a todos.)
Lucas: ¿Y esto qué es?
María: ¡Tu gatita Arcoiris! ¿No la necesitabas? Ahí la tienes.
Maroa: ¡Es de papel! ¡Puedo escribir! ¡Qué guay!
María: ¿Contentos?
Paolla: Contentísimos: sin cenar, sin televisión, sin mis padres...
Maroa: Sin mi antifaz, sin mis rulos...
María: ¡Sin mis lienzos! Los quiero. Los necesito.
Lucas: (Gritando.) ¿Os habéis escuchado? Quiero. Necesito. ¿Y yo qué? ¿Quién soy?
Thais: (A Rubén.) El macarra de turno.
Lucas: ¿Y tú de qué me conoces? Ni siquiera me han hecho caso alguno.
Alejandro: ¿Nosotros egoístas? Pero si tú eres el que está habalndo de ti TONTUS COBRUS.
Andry: ¡Quiero más chocolatinas! 
Lucas: ¡Más! ¡Más! ¡Más! ¡Si te has atiborrado! ¡Y Carlita sólo piensa en ser valiente y está muerta de miedo!
Maroa: (A Thais.) ¡Mi cara tiene que estar más brillante que una farola! 
Lucas: (Repite.) ¡Mi cara tiene que estar más brillante que una farola! ¿Y tus oídos? ¿Qué te pasa? ¿No escuchas, niñita? 
Maroa: Yo sí escucho, pero sólo lo que me interesa. 
Lucas: Ése es tu problema y el del resto de la sociedad. Manuel, Maroa, Andry, Alejandro, Rubén, Thais, Michael, el eterno bello durmiente, y Carla y Sofía las duquesitas. Y Paolla tan macarra como yo. ¿Quieren escuchar una historia y no es de Jerónimo Stilton ni de Blancanieves? No todas las historias están llenas de arco iris, príncipes y princesas. Escuchen: Lucas Gómez, nacido en El Polvorín, sin amigos de confianza, mi padre en paro y mi madre alcohólica, y ustedes se quejan de quedarse en esta biblioteca rodeados de libros. 
(Un silencio se apodera de la sala.)
Alejandro: ¿Y por qué no lo dijiste antes?
Andry: ¡Lo siento, tío, hemos sido unos egoístas!
Thais: (Con los ojos tristes lo mira y dice:) Lo siento Lucas. Tendríamos que haber sido más amables contigo.
Rubén: Al fin y al cabo, todos somos niños y tenemos sentimientos.
Andry y todos: (Dicen lo mismo, excepto Maroa.) Nuestra infancia tampoco ha sido fácil.
Maroa: La mía sí que ha sido fácil.
Michael: Y la mía también.
(Comienza una charla entre todos sobre su vida, sus gustos, sus libros, etc. Al final todos tenían en común la lectura y que eran niños. Ruido de llaves. Eugenia entra. Mira la mesa y los ve charlando.)
Eugenia: ¡Qué horror! ¡Mi cabeza! ¿Habéis pasado la noche aquí? ¿Estáis bien? ¿Y ése quién es?
Lucas: (Hace un gesto de silencio.) Ni una palabra de mi vida. Sigo siendo macarra, El Cobra. Que está en juego mi reputación.
Rubén: Tranqui, colega, ni una palabra.
Todos: (Menos Maroa.) Perfectamente.
Maroa: ¡Cómo se te ocurre dejarme aquí! ¡Perdiéndome las rebajas!
Lucas: Hasta luego peña.
Maroa: (Sale corriendo y le da un trozo de papel.) Mi móvil está apuntado aquí. Llámame y tomaremos algo.
María: (A Lucas.) ¡El lunes aquí todos!
Lucas: Yo me abro.
Eugenia: ¿Qué ha pasado?
Thais y Manuel: (Al mismo tiempo.) Que nos abrimos.
María: (Vuelve a entrar y dice.) Eugenia, ¡tú no has visto nada!
Alejandro: ¡Hala! Si tenía un móvil con conexión a Internet. 
(Todos saltan.)
Todos: Lo matamos. (Y salen corriendo detrás de Alejandro.)
Alejandro: ¡Chicos, no utilicen la violencia!
Rubén y Manuel: (Gritan.) ¡A dar mamporros!

FIN


Club de Lectura de la Biblioteca Municipal de Los Llanos de Aridane (formado por Andry Vivero Saucedo, Carla Rodríguez Acosta, Maroa Arteaga Cáceres, María Sánchez García, Paolla Silva de Meneses, Thais Martín Racinero, Manuel Díaz Echevarría, Alejandro de Paz Acosta, Rubén Gómez Hernández, Sofía Lavers Tejedor y Michael González Boncompte y coordinado por Eugenia Cabrera Reyes. Dibujos de Manuel Díaz Echevarría.)
Primer Premio en la Categoría Infantil
29 Premio de Obras de Teatro escritas por Niños y Jóvenes

miércoles, 14 de noviembre de 2012

"La casa rural", de Adrián Martín Gutiérrez

LA CASA RURAL

(Un inglés llega a una casa rural de la isla de La Palma, llamada Villa Orquídea. El inglés es joven y guapo. Su nombre es Maximilian.)

(Maximilian entra y empieza a mirar las cosas buscando algo.)
Cecilia: ¿Le ayudo en algo, señor?
Maximilian: What's?
Cecilia: ¡Aaaaah, vale, tú eres de fuera! ¿Pero de dónde?
Maximilian: I don’t speak Spanish! (Saca un diccionario y busca palabras. Con acento inglés.) Yo hablar inglés. No español.
Cecilia: No. Eso es mentira. Acabas de hablar español.
Maximilian: (Se da un golpe en la cabeza. Vuelve a coger el diccionario y a buscar palabras.) Yo reservar en… habitación aquí.
Cecilia: Dígame su nombre.
Maximilian: (Vuelve a buscar en el diccionario.) Mi nombre es Maximilian. Max para abreviar.
Cecilia: Yo me llamo Cecilia. Ceci para las amigas (Max mira a Cecilia con cara de asesino). Vale, vale. Ahora busco la llave. (Le da la llave.) La sexta a la izquierda.  
Maximilian: The Spanish are…! (Se va.)
(Entran dos mujeres y un hombre en la sala con pinta de limpadores.)
Sara: Oye, Ceci, ¿eso era un cliente?
(El hombre limpia.)
Cecilia: Yes.
Sara: ¡Y estabas ligando con él! Eres más lista que yo.
Cecilia: Eso no es verdad. El hombre es guapísimo… ¡pero es inglés y no me entero de lo que dice!
Nieves: Yo te puedo ayudar. Sabes que era maestra y fui a Inglaterra. Así que te enseñaré inglés.
Sara: Pero si tú nunca… (Nieves le da un codazo y se calla.)
Nieves: (Se la lleva aparte y le habla en el oído.) Calla, que así la despisto para que luego el inglés sea mi novio.
Sara: ¿Y si es feo?
Nieves: Entonces se lo dejo todo para ella. (Vuelven al lado de Cecilia.)
(Entra Maximilian y se sienta en un sillón. Saca un libro que empieza a leer.)
Sara: ¡No puede ser! Ése es Maximilian. Escóndeme antes de que me vea. (Se esconde detrás del mostrador.)
Cecilia: ¡Es Max, para abreviar, enterada! Y oye, ¿por qué te escondes?
(Sara saca media cabeza para responder.)
Sara: Es que estuvimos saliendo durante un tiempo y era muy pesado. Que si haga esto. Que si haga lo otro. ¡Vamos, que no era mi tipo! 
Nieves: ¿Cómo lo conociste?
Sara: Lo conocí en un viaje de estudios a Londres. Cuando yo era joven.
Cecilia: ¿Y cuántos años tenías?
Sara: Tenía 23 años.
Cecilia: ¿Y cómo es que estudiabas en ese momento?
Nieves: ¿Sabes hablar inglés?
Sara: ¡Basta ya de preguntas! Si queréis saberlas, vámonos de aquí y les cuento toda la historia, ¿vale?
Nieves: Vale. ¡Pero vámonos ya! 
(Salen las tres de la sala. El chico se queda mirando a Max y se sorprende. Va al mostrador pensando que las mujeres están allí.)
Javier: Uy, chicas, ¿habéis visto a ese chico? Es tan guapo. (Hablando con voz afeminada.) ¿Pero ustedes lo conocen? ¿Cómo se llama? ¡Yo me lo pido! (Hay un silencio.) Eh, chicas, ¿ahora están enfadadas conmigo? ¡Ya no me hacéis caso, pues me voy que limpie otro! (Se va.)
(Entran dos tipos con pinta de albañiles.)
Pedro: (Susurrando.) Eh, Juan, ese tiene que ser el jefe de la casa rural.
Juan: Claro, Pedro, a veces me parece que no eres completo.
(Se acercan a Max).
Pedro: Venimos a poner la puerta que pidió.
Juan: Eso, venimos a la puerta.
(Max pasa de ellos).
Pedro: ¿Qué puerta?
Juan: ¡Ay! Se nos olvidó la puerta. Vamos a buscarla.
Pedro: ¿Vamos a buscar qué?
Juan: No sé. Vamos a la camioneta a ver si me acuerdo.
(Salen los dos y Max sigue concentrado en su lectura. Entra una persona con pinta de rico.)
Ricardo: Eh, ¿quién es usted y qué hace en mi casa?
(Le da con su bastón en la cabeza.)
Maximilian: Sorry, sorry.
Ricardo: ¿Me estás llamando zorro? ¡Zorro, tú!
Maximilian: My name is Maximilian.
Ricardo: Sí y yo me llamo Ricardo y ahora por eso somos todos conocidos.
Maximilian: Ricardo.
Ricardo: Sí. Ése soy yo.  
Maximilian: What?
Ricardo: No. Aquí no tenemos ni gota, ni gata. Oye, ya que somos conocidos, vamos a la casa de Camilo.
Maximilian: No.
Ricardo: Claro que sí vamos a ir, porque esta es mi casa y si no, te echo.
Maximilian: But, who is Camilo?
Ricardo: ¿Pero qué camino? He dicho Camilo
Maximilian: Camilo.
Ricardo: Y dale con camino. Bueno, da igual. Vamos a buscarle.
(Max y Ricardo se van. Al momento entran Cecilia y Sara.)
Cecilia: (Lleva un vestido.) Bueno, ¿qué te parezco? ¿Estoy guapa?   
Sara: Oye Nieves, ven para decidir si Cecilia está guapa o no.
(Entra Nieves con el mismo vestido que Cecilia.)
Nieves: ¡Madre mía! ¡Qué espanto, chica! Se ve que ese vestido no te favorece nada. Pero a mí me queda súper bien, como a… una duquesa.
Cecilia: Sí, como a la duquesa de Alba.
(Sara y Cecilia se empiezan a reír.)
Nieves: Ja, ja, ja. Me parto con ustedes. (Con tono de burla.) Yo seré la duquesa de Alba, pero tú eres como Belén Esteban. Sólo te falta que te retoquen la nariz. Espera, la tuya ya es fea.
(Nieves se ríe sola.)
Sara: Nieves, no te ofendas, pero ese hombre es demasiado joven para ti. Además, a mi me pegas más con Camilo.
Nieves: Con ese no comparto ni el agua.
Cecilia: Ah, pues te aguantes. Yo me lo pedí primero.
(Entra Javier en la sala.)
Javier: Eso es mentira. Yo me lo pedí primero.
Cecilia, Nieves y Sara: ¿Quéééééééééééé?
Javier: Sí, soy gay. Y no me importa porque cuando lo vi…
Sara: (Lo interrumpe.) No, si ya sabíamos que eras gay. Pero lo que no nos esperábamos es que te gustara uno de tu mismo sexo. 
Cecilia: Pero de todas maneras es mentira, porque yo lo dije primero.
Javier: Pero tú no dijiste: “me lo pido”, ¿verdad?
Cecilia: Sí, pero yo di a entender que era para mí.
Nieves: Pues ahora para ninguno de ustedes, que era para mí.
Sara: Paren de pelearse. No sería mejor hacer un concurso para saber quién le gusta más.
Javier: Buena idea. Lo voy a buscar para enarmorarlo.
(Javier se va de la sala.)
Nieves: No si lo puedo evitar.
(Nieves se marcha.)
Cecilia: No vale. Habéis salido sin avisar.
(Cecilia se marcha.)
Sara: Yo espero que Max no siga enamorado de mí. Es que soy tan guapa…
(Entra una mujer con pinta de rica.)
Rosa: Sara, ¿qué pasa? ¿Qué tal estás? Eso de limpiar se te da bien, oye. Por cierto, ¿has visto a mi marido Ricardo?
Sara: No. Hace tiempo que no lo veo.
Rosa: Es que no está y le tengo que dar sus aparatos nuevos de las orejas.
Sara: Bueno, tal vez fue a ver a su amigo Camilo.
Rosa: Tienes razón. Lo iré a buscar a casa de Camilo. Muchas gracias. Te acabas de ganar que te suba el sueldo.
(Rosa se marcha y entran los albañiles, mientras Sara sigue limpiando.)
Sara: ¿Qué queréis?
Pedro. Venimos a traerle la puerta.
Juan: Esta vez me tocaba decirlo a mí.
Pedro: Mentira.
Juan: Verdad.
Sara: ¿Pero dónde está la puerta?
Pedro: ¿Qué puerta?
Sara: ¡La que tenían que poner!
Juan: ¡Es verdad! Me suena algo de una puerta, pero, ¿de qué me suena?
Pedro: No lo sé, pero a mí también me suena.
Juan: Bueno, da igual. Ya nos vamos. Adiós.
Pedro: Que me tocaba a mí despedirme.
Juan: Mentira.
Pedro: Verdad.
(Y se van.)
Sara: Adiós.
(De repente entran Ricardo y Max en la sala.)
Maximilian: ¡Sara! ¿Qué haces tú aquí?
Sara: (Con voz nerviosa.) Nada. Trabajo aquí.
Maximilian: (Con acento inglés.) ¿Por qué me dejaste por esta vida?
Sara: ¡No lo sé! Y es que ahora que te veo tan cambiado…
Maximilian: No digas nada.

 (Hace como si se fueran a besar, pero Ricardo lo interrumpe.)
Ricardo: Espera, espera, espera. ¿Tú no hablabas inglés?
Maximilian: Sí, pero es que quería pasar desapercibido. Estoy buscando a mi padre. Trabajó con mi madre y no le dijo que estaba casado. Cuando se fue le dejó una nota diciéndole que estaba en La Palma, en una casa rural llamada Villa Orquídea. Por eso estoy aquí. Buscando a mi padre, pero no sé quién podrá ser. Bueno, si me permitís, me voy a sentar a leer un rato. Si quieres venir conmigo, Sara.
Sara: No gracias. Tengo que hablar con Ricardo.
Ricardo: (Habla con Sara susurrando mientras Max se sienta en el sillón.) ¡Ni se te ocurra decirle que soy su padre, que me la cargo!
Sara: (Con cara de asustada.) ¿Y cómo la conociste?
Ricardo: Fue hace 25 años. Yo tenía 40 años y me fui de viaje de empresas a Londres. Entonces la conocí. La nombraron mi secretaria y una noche se quedó embarazada. Al día siguiente volví a España. Le dejé una nota por si algún día me quería conocer. No he sabido nada más de ella hasta hoy.
Sara: ¿Pero cómo le pudiste hacer eso a tu mujer? Tranquilo, no diré nada, pero el problema es que Max le diga alto a tu mujer.
Ricardo: No lo creo. ¿No ves que es bobo? Cómo se nota que no salió a mí.
(Al momento entran Nieves, Cecilia y Javier. Los tres visten la misma ropa).
Javier: ¡Ahí está! Vamos a ver quién le gusta más.
Nieves: Primero yo.
(Se acerca a Max mientras Sara y Ricardo miran.)
Sara: Espera. Vamos a apartarnos de aqui para que veas una cosa.
Ricardo: ¿Qué cosa? 
Sara: Que a los tres les gusta Max y los va a rechazar a los tres, porque está claro que le gusto yo, ¿verdad?
Ricardo: Sí, sí, sí. Está clarísimo. ¿Pero qué hace Javier ahí?
Sara: Nada. Que es gay. Y mira tú por dónde a los gays les gustan los de su mismo sexo. Calla que ya empieza.
Nieves: Hola guapo. Tengo una cosa para ti.
Maximilian: Yo tengo otra cosa. Está en mi cuarto.
Nieves: ¿Qué cosa?
Maximilian: Que hay un montón de ropa sucia y me la vas a ir a lavar.
(Nieves vuelve al lado de Javier y Cecilia.)
Nieves: (Enamorada.) Es muy guapo. (Enfadada.) ¡Pero es muy maleducado! (Decepcionada.) Te toca a ti, Javier.
Javier: Vamos allá. (Se acerca a Max.) Hola, yo soy Javier. ¿Y tú cómo te llamas?
Maximilian: Yo soy Max.
Javier: Encantado de conocerte. ¿Quieres que te ayude en algo?
Maximilian: Pues sí. Que vayas a mi cuarto y lo friegues. Es que se me cayó el zumo…
(Javier vuelve al lado de Cecilia y Nieves.)
Sara: (Al oído de Ricardo, susurrando.) Están haciendo más el tonto. ¡Cómo se nota que sigue enamorado de mí!
Ricardo: Sí, sí. Verdad.
Javier: No sé cómo me pudo gustar. Me da un escalofrío. Te toca Ceci.
(Cecilia se acerca a Max.)
Cecilia: Oye, Max, que me gustas mucho.
Maximilian: Tú también me gustas mucho porque sé que me vas a traer una buena tacita de té.
(Al momento entra Rosa, mientras Cecilia, Javier y Nieves hacen que hablan.)
Rosa: Ricardo, al fin te encuentro. Te quería dar tus aparatos de las orejas nuevos. (Ricardo empieza a ponerse los aparatos. Rosa se dirige a Max.) Oye, ¿quién eres tú? Esta casa rural es mía y me gustaría saber quién viene a quedarse aquí.
Maximilian: (Se levanta del sillón.) ¿Tú eres la dueña? 
Sara: Oh, oh. Aquí se va a montar una buena. Ricardo, nos deberíamos ir.
Ricardo: Espera que me ponga los…
Rosa: Claro que soy la dueña.
Maximilian: ¿Y quién es tu marido?
Sara: Oye Ricardo, vámonos ya.
Ricardo: ¿Por qué tienes tantas ganas de que nos vayamos?
Sara: Por eso.
Rosa: Mi marido es Ricardo. El que se está poniendo los aparatos.
Maximilian: Ése es mi padre. Con el que he estado todo este tiempo. 

Rosa: ¿Tu padre? ¡Ricardo! ¡Explícame esto ya mismo! ¿Éste es tu hijo? ¡Me pusiste los cuernos!
Ricardo: Sí, pero eso fue hace mucho.
Rosa: ¿Cómo pude ser tan idiota y no ver que cuando venías de viaje de empresa me estabas poniendo los cuernos? Lo único que espero es que éste sea el último.
Ricardo: Pues…
Rosa: ¡Yo te mato!
(Ricardo se esconde detrás del sillón mientras Rosa le tira cosas.)
Javier: Oye, chicas, ¡nos perdemos la pelea!
Nieves: ¡Es verdad!
Maximilian: Yo mejor me voy de España. Me da que la he cagado. Pero antes, Sara ¿quieres venir conmigo a Londres?
Sara: Claro que sí Max. ¡Sigo enamorada de ti!
(Max y Sara se van.)
Javier: ¿Quééééééééé? ¡Tú no estabas en el concurso así que vuelve!
(Se va Javier.)
Cecilia: Y decía que no era su tipo, la muy…
(Se va Cecilia)
Nieves: ¡Vuelve aquí, ladrona de novios!
(Se va Nieves.)
Ricardo: ¡Esperadme! Yo no me quiero quedar aquí. Llévenme con ustedes
(Se va Ricardo.)
Rosa: ¡Yo también te los había puesto, así que vete, que me casaré con Camilo y punto!
(Rosa se sienta y entran los dos albañiles.)
Pedro: Señora, venimos por lo de la puerta.
Juan: Eso, por lo de la puerta.
Rosa: ¿Y dónde tenéis la puerta?
Juan y Pedro: ¡No la tenemos!
(Y se van.)
Rosa: ¡Esperad, que la puerta ya está pagada!
(Rosa se va.)
FIN



 Adrián Martín Gutiérrez, 14 años. 
Primer Premio Categoría Juvenil
29 Premio de Obras de Teatro Escritas por Niños y Jóvenes


lunes, 12 de noviembre de 2012

Este jueves vuelve el Club de Lectura

La sesión del Club de Lectura de este mes tendrá lugar el próximo jueves 15 de noviembre a partir de las 20:30 horas. En esta ocasión vamos a plantearnos si existe una forma de escribir que es propia de las mujeres y otra, distinta, de los hombres. Para ello, hemos escogido esta vez dos relatos: La máquina de follar, de Charles Bukowski, y El tren a Burdeos, de Marguerite Duras. Puedes leerlos pinchando sobre los títulos. En el caso de Bukowski hay que leer sólo el último relato de la antología. Las lecturas estarán presentadas por Belén Lorenzo y Jorge Plaja. Como siempre, abierto a todos los amantes de la literatura. Te esperamos.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Día grande en la Biblioteca

Día de fiesta por todo lo alto en la Biblioteca Antonio Abdo, que registró ayer un lleno hasta la bandera para asistir a la entrega de los 29 Premios de Obras de Teatro escritas por Niños y Jóvenes. El acto contó con la presencia del alcalde de Santa Cruz de La Palma, Sergio Matos, el concejal de Cultura, Zacarías Gómez, y el primer teniente alcalde de Los Llanos de Aridane, José María de Vargas y estuvo conducida por Carmen María Hernández, responsable de las Bibliotecas Municipales de Santa Cruz de La Palma, quien recordó la larga trayectoria de este premio que nació como un estímulo a la creación teatral entre las nuevas generaciones. Publicamos un extracto de sus palabras:

Carmen María Hdez se dirige a los asistent

"Cuando en 1981 se funda la Escuela Municipal de Teatro de Santa Cruz de La Palma -por entonces tutelada por el Patronato Municipal de Actividades Artísticas del Ayuntamiento capitalino- sus directores concibieron desde sus orígenes un programa educativo muy amplio que, además de la oferta de clases de interpretación, presentaba a los alumnos vías complementarias de formación a través de la instalación y dotación de una biblioteca especializada en artes escénicas.

Poco a poco, la Escuela fue logrando establecerse en festivales, congresos y encuentros, iniciando de ese modo un plan sólido de proyección en el exterior de la isla. En 1983, durante el segundo curso académico, la Escuela dio un paso más en ese propósito, consiguiendo constituir un premio de ámbito nacional dedicado a la escritura dramática, casi siempre relegada a un injusto segundo plano; la idea, salida desde las aulas, pero pensada para divulgarse a través del libro y de la escena, logró andar sin interrupciones hasta 2009. En esa carrera de 27 años, el premio sólo contó con una edición impresa extraordinaria, la décima, correspondiente a 1992, patrocinada por el Gobierno de Canarias. Las obras restantes, cuando lo hicieron, fueron publicadas, excepcionalmente, a cargo de sus autores.
Lleno hasta la bandera en la Biblioteca

Desde la pasada 28ª edición, el premio pasa a convertirse en un galardón de ámbito insular focalizado en dos categorías: infantil y juvenil. Con ello, la Biblioteca Municipal de Teatro «Antonio Abdo», responsable de su convocatoria, pretende incentivar el proyecto de escritura teatral entre los más jóvenes y centrar en ellos la concepción del texto y su puesta en escena, logrando con ello completar el ciclo teatral en su doble naturaleza: en tanto es un arte literaria y en cuanto es desde el instante en que se representa.

Esta nueva etapa del premio ha de constituir ante todo, un incentivo para la captación de escritores noveles dentro de un género que tantos buenos nombres ha dado a la historia de la literatura en Canarias desde el siglo xvii hasta nuestros días, y garantizar el relevo futuro del escritor de teatro, conocedor de los eternos conflictos humanos y sabio observador crítico de nuestra realidad más cotidiana.

A los concursantes, gracias por creer en esta iniciativa. A los premiados, felicidades. A todos, continúen trabajando con compromiso, dedicación y pasión por el teatro. (...) Antes de finalizar conviene hacer especial hincapié en la activa participación del Colegio Anselmo Pérez de Brito de Santa Cruz de La Palma, que un año más ha demostrado su implicación en contribuir a la integración de su alumnado en la vida cultural de nuestra ciudad. "
Tres alumnos del colegio Anselmo Pérez de Brito obtuvieron una mención del jurado
Los niños del Club de Lectura de la Biblioteca de Los Llanos de Aridane, premio en la categoría infantil.
Andrea Pérez Orribo, mención del jurado en la categoría juvenil, junto al alcalde Sergio Matos
Adrián Martín Gutiérrez, premio juvenil

Tras estas palabras y la entrega de los galardones, los niños del Club de Lectura fueron los encargados de escenificar su propia obra: La biblioteca encantada, encantada de conocernos, bajo la dirección de Fran Pedrianes, en tanto que La casa rural, escrita por Adrián Martín, fue representada por los alumnos de la Escuela Municipal de Teatro Pilar Rey bajo la dirección de David Brito y Carlos de León
La biblioteca encantada, encantada de conocernos
Adrián Martín también actuó en su propia obra

El autor recibe el caluroso aplauso del público
Una vez más la Biblioteca se quedó pequeña para acoger un acto sencillo pero lleno de significación. El público disfrutó de lo lindo con ambas representaciones y aplaudió tanto la interpretación como el valor de los textos premiados. 

Foto "de familia" de todos los ganadores junto a los intérpretes y directores de la Escuela Municipal de Teatro y los representantes municipales

La próxima semana publicaremos en este mismo blog los textos ganadores. Mientras, encontrarás muchas más fotos del acto en nuestra página de flickr y en nuestro Facebook.