Hijo. Buenos días. (Entrando.)
Hijo. He dicho buenos días.
Pintor. Yo dije buenas tardes.
Hijo. Pero son buenos días.
Pintor. Son también buenas tardes.
Hijo. ¿Sabe qué hora es?
Pintor. Las once. Pintor. Bueno, las onces.
Hijo. Pues siendo las once...
Pintor. Claro, lo que decía yo.
Hijo. ¿Qué es lo que decía usted?
Pintor. Que buenas tardes.
Hijo. Pero... ¿y el reloj?
Pintor. ¿Su reloj? Sí, ya sé, las once, sí...
Hijo. ¿Quiere usted decir que anda mal?
Pintor. No, no, no.
Hijo. ¿Que está atrasado? Pintor. Pudiera estarlo. Pero yo no digo eso.
Hijo. ¿Entonces...?
Pintor. Que buenas tardes.
Hijo. ¿Bromea?
Pintor. De ninguna manera.
Hijo. Pasadas las doce comienza la tarde.
Pintor. Para usted.
Hijo. ¿Y para usted no?
Pintor. No.
Hijo. ¿Que no?
Pintor. No.
Hijo. (Aparte.) Está loco.
Pintor. ¿Loco? ¿Que me llama usted loco?
Hijo. Fuera de razón.
Pintor. ¿Y yo lo estoy?
Hijo. Sí.
Pintor. Ya...
Hijo. ¿Qué?
Pintor. Que no estoy loco.
Hijo. Si usted lo dice...
Pintor. Sólo que mi razón no es la suya.
Hijo. No comprendo.
Pintor. Que usted vive en un mundo y yo en otro.
Pedro García Cabrera
Proyecciones
Gobierno de Canarias 1987
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