martes, 13 de septiembre de 2011

Los fragmentos de la Biblioteca

Adela: Sí, sí. Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias, ya no me importa, pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana.
Martirio: Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.
Adela: No a ti, que eres débil. A un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dedo meñique.
Martirio: No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón tan lleno de una fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga. 
Adela: Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola en medio de la oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca.

Federico García Lorca
La casa de Bernarda Alba

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