martes, 7 de mayo de 2013

Club de Lectura

Don DeLillo
En la tertulia de marzo, sin apenas darnos cuenta entramos en el tema de la literatura como viaje. Nos preguntábamos en qué punto estamos de ese viaje que empezó con la Odisea de Homero para llegar a relatos como el que comentamos en marzo, Creación, de Don DeLillo, y en el mes de abril, Los gatos antropófagos, del japonés Haruki Murakami. Total, que acabamos metidos en ese callejón sin salida que es el posmodernismo, preguntándonos si realmente existe tal cosa como la odisea, el viaje, incluso la literatura, especialmente posmoderna.

Descubrimos que los dos cuentos, Creación y Los gatos antropófagos, tienen bastante en común: Ambos plantean el viaje no como aquellos modernos, de exploración y descubrimiento, a base de esfuerzo, tenacidad y no poca locura. No, el de los cuentos que comentamos es el viaje banal, intrascendente, de las vacaciones: la aventura domestica por un mundo convertido en jardín; o mejor, parque temático. También, viaje migratorio, pero movido no por la necesidad sino por el capricho, en busca de ese falso placer que, nos decían, estaba reservado para la jubilación, junto con el reloj de oro, que, por cierto, ya no se da. Como tampoco se nos dará, ya sea por los recortes o por el cambio climático, o por todo ello, ese paraíso terrenal de las vacaciones interminables, si es que algún día lo hubo.
Haruki Murakami

En Creación, sin quererlo, la pareja protagonista se ve atrapada en un destino vacacional, porque, una y otra vez, no encuentra el pasaje de vuelta. Hasta que él decide que ella coja la última plaza, y así, de forma tan leve, termina el compromiso que iba a durar toda la vida. En Los gatos antropófagos, otra pareja emprende un viaje parecido; en esta ocasión, huyendo de sus respectivos compromisos matrimoniales hacia una jubilación anticipada. Finalmente, en los dos cuentos, si los protagonistas buscaban el paraíso de una vida fácil, lo que finalmente encuentran es más parecido a un infierno servido en cubitera, al que DeLillo, instalado en un nihilismo sin paliativos, pesimista hasta el final, desiste de encontrarle salida. Murakami, sí lo intenta, aunque sin conseguirlo.

Pero nosotros volveremos sobre ello; aunque, atascados como quedamos, tengamos que retroceder, no sea que se nos haya quedado algo por el camino, en la cuneta. En la próxima sesión del Club, comentaremos el cuento de John Cheever El nadador, otra odisea de los tiempos modernos. En esta ocasión, psicológica: un viaje hacia las profundidades del inconsciente ese, que al menos antes se creía que existía. La nueva cita del Club de Lectura será el jueves 23 de mayo, a las 20:15 horas.

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