Ella. ¿No lo echas de menos? (Le ira.) Yo creo que sí, que en el fondo, muy en el fondo, en tu
eterna lumiscencia de espacio menos infinito… (Se ríe abiertamente.) Lo siento, siento meterme con tu situación… (Triste.) Pero… Creo que lo echas de
menos. Ayer vi un cartel, un cartel enorme, era un cartel muy soso para mi
gusto, supongo que no necesitaba colores ni formas extrañas para llamar la
atención, decía: “Sonríe, la vida es un regalo”. (Mira al público. Abre la boca para hablar pero no dice nada.) Yo
no lo creo así. Es más, si me hubiesen dejado elegir no hubiese querido nacer,
prefería seguir siendo polvo de estrella. Es que es raro. Estar aquí. Es
extraño, es diferente y es distante. Me siento sola. ¿Tú te sientes solo? Creo
que sí, creo que te sientes más solo que yo. Porque yo puedo escuchar música, y
puedo leer, y puedo bailar… Aunque no baile… Y puedo ir al cine, aunque ya no
tenga cine, y puedo… mmm… Nadar, aunque luego me duelan los brazos. Yo sonrío,
cuando me alejo de la orilla después de haber llegado hasta la bolla y vuelto.
Tú no lo entiendes… Te daba miedo el agua y… nunca te metiste. (Se sienta en el suelo con las piernas
cruzadas, él también lo hace sin apartar los ojos del fondo de la sala,
inexpresivo. Ella juega con una brizna de hierba.) Antes me gustaba…
imaginarme una banda sonora, para cada momento de mi vida, pero… Ahora pienso
que la vida tiene su propia música de fondo. A veces ruido, pero bueno, el ‘hardcore’
también es ruido y hay gente que se duerme con eso. (Sonríe con tristeza y le mira.) En serio. (Deja caer la brizna de hierba y se apoya con las manos en el suelo,
admira el cielo que empieza a oscurecer.) Ahora prefiero intentar
enamorarme del sonido de mi voz, porque me parece una agradable compañía el
ritmo monótono de mis agradables reverberaciones…
Hablo raro, lo sé, pero me
gusta hacerlo. Porque cuando lo hago me siento entumecida por la inmensidad de mi
mente y me siento más libre. Tampoco vas a entender esto, seguro. Solo lo
llegan a comprender completamente los que lo sienten… (Frunce el ceño.) ¡Dios! (Chilla
y sube los brazos al cielo estrellado.) ¡Sentir! Desde hace un tiempo que
no siento nada, nada, ni pena, ni furia, ni rabia, ni nada. Es frustrante… Es
frustrante y tú no lo entiendes. No entiendes nada… No sé quién soy. Se lo
pregunté a mi madre, pero me dijo que era muy pequeña para pensar en esas
cosas, que yo era yo y no era nadie más. Me pareció una respuesta pobre. ¿A ti
no? (Le mira y aparta la mirada de
pronto.) ¡Anda, mira, una ardilla! (Y
señala algún punto del escenario.) ¿No quieres mirar? Pues no mires. Tú te
lo pierdes. Te lo vas a perder todo. (Baja
el brazo y vuelve a apoyarse en el suelo. Mira al suelo.) Me gusta el olor
de las panaderías, y del café, aunque odie el café. He pensado incluso en
entrar en una cafetería, pedir uno muy cargado y luego olerlo. Esnifarlo hasta
que no quede nada de su aroma original y solo huela a leche tibia. (Se echa a reír.) No entiendo el mundo
ni a mí misma, pero como me suelen decir, soy muy joven. También me gusta el
sonido de las guitarras eléctricas. ¿Crees que soy rara? Espero que sí, porque
los raros son muy creativos y diferentes del resto. Somos millones. ¿Te has
parado a pensar en la cantidad de gente que hay en el mundo? Y cada uno de
nosotros tiene un mundo completamente distinto al de cualquiera en nuestra
mente. Pensando así, es lógico enamorarse de más de una persona, ¿verdad?
Bueno, si conocieras solo a veinte personas en tu vida, pues a lo mejor solo te
gusta una. Pero si conocieras a miles, seguro que te enamorarías de más de una.
Y eso está bien, porque te muestra esa inmensidad de la que te hablaba. Como el
océano.Como las croquetas de mi abuela. Tú nunca las probaste, pero te hubiesen encantado... seguro… Pongo de ejemplo sus croquetas porque es que son enormes, te lo prometo. Ya sé que tú no puedes comerlas, pero igualmente te traeré una para que la veas… ¿o es demasiado cruel de mi parte? (Mira hacia atrás y hace un gesto de disgusto con la boca.) Vaya… Creo que tengo que irme, pero antes de hacerlo… (Dice mientras se va levantando del suelo y estira las piernas. Ya es noche cerrada. Él sigue en el suelo con las piernas cruzadas.) ¿Es demasiado egoísta desear ser el centro de atención de alguien? Ya sabes… Volver de clase y ver un mensaje interesado que te pregunta qué tal el día y si te has divertido y esas cosas… No sé… Soy la chica de las dudas infinitas… ¿Te acuerdas de esa canción de Supersubmarina? “Pequeña de las dudas infinitas, aquí estaré esperando mientras viva…” (Tararea mientras se dirige hacia bastidores sin mirar atrás.)
Que todo el daño que tengo,
Y lo que ya hemos sufrido,
Tiene que servir de algo
Para que hayas aprendido
Que como yo a veces sueño
Nadie ha soñado contigo.
(Las
luces se van apagando. Antes de fundirse el escenario en negro, él atisba una
media sonrisa tímida. Negro.)
Irene Suárez Cortés
Primer Premio Categoría Juvenil
Primer Premio Categoría Juvenil
31 Premio de Obras de Teatro Escritas por Niños y Jóvenes. 2014
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