Narradora: Había una vez una niña que tenía un caballo bueno y bonito, pero un poco viejo para trabajar. Un día el caballo dijo:
Caballo: Tengo hambre, no me has dado nada de comer en dos días.
Niña: ¿Cómo quieres comer si ya no quieres trabajar?
Caballo: Tú sabes que estoy viejo y que ya no puedo trabajar.
Niña: Lo sé mi caballo bonito, pero tienes que ayudarme; si no, no tendremos para comer.
Caballo: ¡Lo intentaré!
Niña: Vamos, ayúdame a sembrar estas tierras para que nazcan papas y poder venderlas para conseguir dinero.
Narradora: El caballo, muy contento, ayudó a la niña, pero no soportó el esfuerzo y se desmayó.
Niña: ¡Caballo, caballito! ¿Qué te pasa?
Caballo: Estoy demasiado cansado y viejo para trabajar.
Narradora: Cuando de repente... apareció un zorro.
Zorro: ¡Qué te pasa, caballito! ¿Por qué estás en el suelo?
Caballo: ¡Oh, oh! Es que estoy muy viejo para trabajar y no tenemos nada para comer.
Zorro: No te preocupes, caballito, yo tengo la solución.
Narradora: La niña se puso muy contenta al oír al zorro porque tenía una solución para su pobreza.
Zorro: ¡Vamos, caballito, vamos al bosque a buscar al árbol de las piedras preciosas; él nos ayudará!
Narradora: El caballo y el zorro se despidieron de la niña y se adentraron en el bosque.
Caballo: Qué bosque tan oscuro y tenebroso. ¡Qué miedo tengo!
Zorro: Tranquilo, caballito, no te va a pasar nada; pronto llegaremos al árbol de las piedras preciosas y todos tus problemas habrán acabado.
Narradora: Tras varios días caminando, el caballo y el zorro llegaron al árbol.
Zorro: Hola, árbol, te traigo un amigo para que lo ayudes.
Árbol: Hola, caballito, ¿qué te pasa, en qué te puedo ayudar?
Caballo: Es que estoy demasiado viejo para trabajar y yo y mi ama estamos pasando mucha hambre, ya que no puedo ayudarla a sembrar las tierras.
Árbol: No te preocupes; coge unas cuantas piedras preciosas de mis ramas y llévaselas a tu ama para que puedas venderlas y conseguir dinero para comer.
Caballo: Gracias, árbol, me has hecho muy feliz; gracias a ti no volveremos a pasar hambre.
Árbol: Sólo te pido un favor.
Caballo: Dime, árbol.
Árbol: No cuentes a nadie dónde has conseguido estas piedras, ya que, si lo cuentas, todo el mundo vendrá y me quitarán mis piedras; entonces yo moriría.
Caballo: Tranquilo, árbol, guardaré tu secreto.
Narradora: El caballo y el zorro se despidieron del árbol y regresaron a casa de la niña con las piedras preciosas. Tras varios días caminando, llegan a la casa.
Caballo: Toma, mi ama, he conseguido estas piedras preciosas para que las vendas.
Niña: ¡Qué bien, caballito! Gracias a estas piedras, jamás volveremos a pasar hambre, ya que con ellas compraré comida y otros animales que me ayuden, y tú no tendrás que volver a trabajar.
Narradora: Desde ese día el caballo, la niña y el zorro vivieron felices y jamás volvieron a pasar hambre.
Fin
Yeneva Arteaga Armas, 9 años
Colegio Anselmo Pérez de Brito
Primer premio en la categoría Infantil
28 Concurso de Obras de Teatro escritas por Niños y Jóvenes
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