lunes, 14 de mayo de 2012

Un fragmento de "El juez de los divorcios"


Juez: ¿Qué pendencia traéis, buena gente?
Mariana: Señor, ¡divorcio, divorcio, y más divorcio, y otras mil veces divorcio!
Juez: ¿De quién, o por qué, señora?
Un momento de la lectura dramatizada de "El juez de los divorcios"

Mariana: ¿De quién? Deste viejo que está presente.
Juez: ¿Por qué?
Mariana: Porque no puedo sufrir sus impertinencias, ni estar contino atenta a curar todas su enfermedades, que son sin número; y no me criaron a mí mis padres para ser hospitalera ni enfermera. Muy buen dote llevé al poder desta espuerta de huesos, que me tiene consumidos los días de la vida; cuando entré en su poder, me relumbraba la cara como un espejo, y agora la tengo con una vara de frisa encima. Vuesa merced, señor juez, me descase, si no quiere que me ahorque; mire, mire los surcos que tengo por este rostro, de las lágrimas que derramo cada día por verme casada con esta anatomía.
Juez: No lloréis, señora; bajad la voz y enjugad las lágrimas, que yo os haré justicia.
Mariana: Déjeme vuesa merced llorar, que con esto descanso. En los reinos y en las repúblicas bien ordenadas, había de ser limitado el tiempo de los matrimonios, y de tres en tres años se habían de deshacer, o confirmarse de nuevo, como cosas de arrendamiento; y no que hayan de durar toda la vida, con perpetuo dolor de entrambas partes.
Juez: Si este arbitrio se pudiera o debiera poner en prática, y por dineros, ya se hubiera hecho; pero especificad más, señora, las ocasiones que os mueven a pedir divorcio.
Puedes ver más fotos en nuestra página en flickr
Mariana: El invierno de mi marido y la primavera de mi edad; el quitarme el sueño, por levantarme a media noche a calentar paños y saquillos de salvado para ponerle en la ijada; el ponerle, ora aquesto, ora aquella ligadura, que ligado le vea yo a un palo por justicia; el cuidado que tengo de ponerle de noche alta cabecera de la cama, jarabes lenitivos, porque no se ahogue del pecho; y el estar obligada a sufrirle el mal olor de la boca, que le güele mal a tres tiros de arcabuz.
Escribano: Debe de ser de alguna muela podrida.
Vejete: No puede ser, porque lleve el diablo la muela ni diente que tengo en toda ella.

Miguel de Cervantes
El juez de los divorcios

2 comentarios: