LA CASA RURAL
(Un inglés llega a una casa rural de la isla de La Palma, llamada Villa
Orquídea. El inglés es joven y guapo. Su nombre es Maximilian.)
Cecilia: ¿Le ayudo en algo, señor?
Maximilian: What's?
Cecilia: ¡Aaaaah, vale, tú eres de fuera!
¿Pero de dónde?
Maximilian: I don’t speak Spanish! (Saca un diccionario y busca palabras. Con
acento inglés.) Yo hablar inglés. No español.
Cecilia: No. Eso es mentira. Acabas
de hablar español.
Maximilian: (Se da un golpe en la cabeza. Vuelve a coger el diccionario y a buscar
palabras.) Yo reservar en… habitación aquí.
Cecilia: Dígame su nombre.
Maximilian: (Vuelve a buscar en el diccionario.) Mi nombre es Maximilian. Max
para abreviar.
Cecilia: Yo me llamo Cecilia. Ceci
para las amigas (Max mira a Cecilia con
cara de asesino). Vale, vale. Ahora busco la llave. (Le da la llave.) La sexta a la izquierda.
Maximilian: The Spanish are…! (Se va.)
(Entran dos mujeres y un hombre en la sala con pinta de limpadores.)
Sara: Oye, Ceci, ¿eso era un
cliente?
(El hombre limpia.)
Cecilia: Yes.
Sara: ¡Y estabas ligando con él!
Eres más lista que yo.
Cecilia: Eso no es verdad. El hombre
es guapísimo… ¡pero es inglés y no me entero de lo que dice!
Nieves: Yo te puedo ayudar. Sabes
que era maestra y fui a Inglaterra. Así que te enseñaré inglés.
Sara: Pero si tú nunca… (Nieves le da un codazo y se calla.)
Nieves: (Se la lleva aparte y le habla en el oído.) Calla, que así la
despisto para que luego el inglés sea mi novio.
Sara: ¿Y si es feo?
Nieves: Entonces se lo dejo todo
para ella. (Vuelven al lado de Cecilia.)
(Entra Maximilian y se sienta en un sillón. Saca un libro que empieza a
leer.)
Sara: ¡No puede ser! Ése es
Maximilian. Escóndeme antes de que me vea. (Se
esconde detrás del mostrador.)
Cecilia: ¡Es Max, para abreviar,
enterada! Y oye, ¿por qué te escondes?
(Sara saca media cabeza para responder.)
Sara: Es que estuvimos saliendo
durante un tiempo y era muy pesado. Que si haga esto. Que si haga lo otro.
¡Vamos, que no era mi tipo!
Nieves: ¿Cómo lo conociste?
Sara: Lo conocí en un viaje de
estudios a Londres. Cuando yo era joven.
Cecilia: ¿Y cuántos años tenías?
Sara: Tenía 23 años.
Cecilia: ¿Y cómo es que estudiabas
en ese momento?
Nieves: ¿Sabes hablar inglés?
Sara: ¡Basta ya de preguntas! Si
queréis saberlas, vámonos de aquí y les cuento toda la historia, ¿vale?
Nieves: Vale. ¡Pero vámonos ya!
(Salen las tres de la sala. El chico se queda mirando a Max y se sorprende. Va al mostrador pensando que las mujeres están allí.)
(Salen las tres de la sala. El chico se queda mirando a Max y se sorprende. Va al mostrador pensando que las mujeres están allí.)
Javier: Uy, chicas, ¿habéis visto a
ese chico? Es tan guapo. (Hablando con
voz afeminada.) ¿Pero ustedes lo conocen? ¿Cómo se llama? ¡Yo me lo pido! (Hay un silencio.) Eh, chicas, ¿ahora
están enfadadas conmigo? ¡Ya no me hacéis caso, pues me voy que limpie otro! (Se va.)
(Entran dos tipos con pinta de albañiles.)
Pedro: (Susurrando.) Eh, Juan, ese tiene que ser el jefe de la casa rural.
Juan: Claro, Pedro, a veces me parece
que no eres completo.
(Se acercan a Max).
Pedro: Venimos a poner la puerta que
pidió.
Juan: Eso, venimos a la puerta.
(Max pasa de ellos).
Pedro: ¿Qué puerta?
Juan: ¡Ay! Se nos olvidó la puerta.
Vamos a buscarla.
Pedro: ¿Vamos a buscar qué?
Juan: No sé. Vamos a la camioneta a
ver si me acuerdo.
(Salen los dos y Max sigue concentrado en su lectura. Entra una persona con
pinta de rico.)
Ricardo: Eh, ¿quién es usted y qué
hace en mi casa?
(Le da con su bastón en la cabeza.)
Maximilian: Sorry, sorry.
Maximilian: My name is Maximilian.
Ricardo: Sí y yo me llamo Ricardo y
ahora por eso somos todos conocidos.
Maximilian: Ricardo.
Ricardo: Sí. Ése soy yo.
Maximilian: What?
Maximilian: What?
Ricardo: No. Aquí no tenemos ni
gota, ni gata. Oye, ya que somos conocidos, vamos a la casa de Camilo.
Maximilian: No.
Ricardo: Claro que sí vamos a ir,
porque esta es mi casa y si no, te echo.
Maximilian: But, who
is Camilo?
Ricardo: ¿Pero qué camino? He dicho
Camilo
Maximilian: Camilo.
Ricardo: Y dale con camino. Bueno,
da igual. Vamos a buscarle.
(Max y Ricardo se van. Al momento entran Cecilia y Sara.)
Cecilia: (Lleva un vestido.) Bueno, ¿qué te parezco? ¿Estoy guapa?
Sara: Oye Nieves, ven para decidir
si Cecilia está guapa o no.
(Entra Nieves con el mismo vestido que Cecilia.)
Nieves: ¡Madre mía! ¡Qué espanto,
chica! Se ve que ese vestido no te favorece nada. Pero a mí me queda súper
bien, como a… una duquesa.
Cecilia: Sí, como a la duquesa de
Alba.
(Sara
y Cecilia se empiezan a reír.)
Nieves: Ja, ja, ja. Me parto con
ustedes. (Con tono de burla.) Yo seré
la duquesa de Alba, pero tú eres como Belén Esteban. Sólo te falta que te
retoquen la nariz. Espera, la tuya ya es fea.
(Nieves se ríe sola.)
Sara: Nieves, no te ofendas, pero
ese hombre es demasiado joven para ti. Además, a mi me pegas más con Camilo.
Nieves: Con ese no comparto ni el
agua.
Cecilia: Ah, pues te aguantes. Yo me
lo pedí primero.
(Entra Javier en la sala.)
Javier: Eso es mentira. Yo me lo
pedí primero.
Cecilia, Nieves y Sara:
¿Quéééééééééééé?
Javier: Sí, soy gay. Y no me importa
porque cuando lo vi…
Sara: (Lo interrumpe.) No, si ya sabíamos que eras gay. Pero lo que no
nos esperábamos es que te gustara uno de tu mismo sexo.
Cecilia: Pero de todas maneras es
mentira, porque yo lo dije primero.
Javier: Pero tú no dijiste: “me lo
pido”, ¿verdad?
Cecilia: Sí, pero yo di a entender
que era para mí.
Nieves: Pues ahora para ninguno de
ustedes, que era para mí.
Sara: Paren de pelearse. No sería
mejor hacer un concurso para saber quién le gusta más.
Javier: Buena idea. Lo voy a buscar
para enarmorarlo.
(Javier se va de la sala.)
Nieves: No si lo puedo evitar.
(Nieves se marcha.)
Cecilia: No vale. Habéis salido sin
avisar.
(Cecilia se marcha.)
Sara: Yo espero que Max no siga
enamorado de mí. Es que soy tan guapa…
(Entra una mujer con pinta de rica.)
Rosa: Sara, ¿qué pasa? ¿Qué tal
estás? Eso de limpiar se te da bien, oye. Por cierto, ¿has visto a mi marido
Ricardo?
Sara: No. Hace tiempo que no lo veo.
Rosa: Es que no está y le tengo que
dar sus aparatos nuevos de las orejas.
Sara: Bueno, tal vez fue a ver a su
amigo Camilo.
Rosa: Tienes razón. Lo iré a buscar
a casa de Camilo. Muchas gracias. Te acabas de ganar que te suba el sueldo.
(Rosa se marcha y entran los albañiles, mientras Sara sigue limpiando.)
Sara: ¿Qué queréis?
Pedro. Venimos a traerle la puerta.
Juan: Esta vez me tocaba decirlo a
mí.
Pedro: Mentira.
Juan: Verdad.
Sara: ¿Pero dónde está la puerta?
Pedro: ¿Qué puerta?
Sara: ¡La que tenían que poner!
Juan: ¡Es verdad! Me suena algo de
una puerta, pero, ¿de qué me suena?
Pedro: No lo sé, pero a mí también
me suena.
Juan: Bueno, da igual. Ya nos vamos.
Adiós.
Pedro: Que me tocaba a mí
despedirme.
Juan: Mentira.
Pedro: Verdad.
(Y se van.)
Sara: Adiós.
(De repente entran Ricardo y Max en la sala.)
Maximilian: ¡Sara! ¿Qué haces tú
aquí?
Sara: (Con voz nerviosa.) Nada. Trabajo aquí.
Maximilian: (Con acento inglés.) ¿Por qué me dejaste por esta vida?
Sara: ¡No lo sé! Y es que ahora que
te veo tan cambiado…
Ricardo: Espera, espera, espera. ¿Tú
no hablabas inglés?
Maximilian: Sí, pero es que quería
pasar desapercibido. Estoy buscando a mi padre. Trabajó con mi madre y no le
dijo que estaba casado. Cuando se fue le dejó una nota diciéndole que estaba en
La Palma, en
una casa rural llamada Villa Orquídea. Por eso estoy aquí. Buscando a mi padre,
pero no sé quién podrá ser. Bueno, si me permitís, me voy a sentar a leer un
rato. Si quieres venir conmigo, Sara.
Sara: No gracias. Tengo que hablar
con Ricardo.
Ricardo: (Habla con Sara susurrando mientras Max se sienta en el sillón.)
¡Ni se te ocurra decirle que soy su padre, que me la cargo!
Sara: (Con cara de asustada.) ¿Y cómo la conociste?
Ricardo: Fue hace 25 años. Yo tenía
40 años y me fui de viaje de empresas a Londres. Entonces la conocí. La
nombraron mi secretaria y una noche se quedó embarazada. Al día siguiente volví
a España. Le dejé una nota por si algún día me quería conocer. No he sabido
nada más de ella hasta hoy.
Sara: ¿Pero cómo le pudiste hacer
eso a tu mujer? Tranquilo, no diré nada, pero el problema es que Max le diga
alto a tu mujer.
Ricardo: No lo creo. ¿No ves que es
bobo? Cómo se nota que no salió a mí.
(Al momento entran Nieves, Cecilia y Javier. Los tres visten la misma
ropa).
Javier: ¡Ahí está! Vamos a ver quién
le gusta más.
Nieves: Primero yo.
(Se acerca a Max mientras Sara y Ricardo miran.)
Sara: Espera. Vamos a
apartarnos de aqui para que veas una cosa.
Ricardo: ¿Qué
cosa?
Sara: Que a los tres les gusta Max y
los va a rechazar a los tres, porque está claro que le gusto yo, ¿verdad?
Ricardo: Sí, sí, sí. Está clarísimo.
¿Pero qué hace Javier ahí?
Sara: Nada. Que es gay. Y mira tú
por dónde a los gays les gustan los de su mismo sexo. Calla que ya empieza.
Nieves: Hola guapo. Tengo una cosa
para ti.
Maximilian: Yo tengo otra cosa. Está
en mi cuarto.
Nieves: ¿Qué cosa?
Maximilian: Que hay un montón de
ropa sucia y me la vas a ir a lavar.
(Nieves vuelve al lado de Javier y Cecilia.)
Nieves: (Enamorada.) Es muy guapo. (Enfadada.)
¡Pero es muy maleducado! (Decepcionada.)
Te toca a ti, Javier.
Javier: Vamos allá. (Se acerca a Max.) Hola, yo soy Javier.
¿Y tú cómo te llamas?
Maximilian: Pues sí. Que vayas a mi
cuarto y lo friegues. Es que se me cayó el zumo…
(Javier vuelve al lado de Cecilia y Nieves.)
Sara: (Al oído de Ricardo, susurrando.) Están haciendo más el tonto.
¡Cómo se nota que sigue enamorado de mí!
Ricardo: Sí, sí. Verdad.
Javier: No sé cómo me pudo gustar.
Me da un escalofrío. Te toca Ceci.
(Cecilia se acerca a Max.)
Cecilia: Oye, Max, que me gustas
mucho.
Maximilian: Tú también me gustas
mucho porque sé que me vas a traer una buena tacita de té.
(Al momento entra Rosa, mientras Cecilia, Javier y Nieves hacen que
hablan.)
Rosa: Ricardo, al fin te encuentro.
Te quería dar tus aparatos de las orejas nuevos. (Ricardo empieza a ponerse los aparatos. Rosa se dirige a Max.) Oye,
¿quién eres tú? Esta casa rural es mía y me gustaría saber quién viene a
quedarse aquí.
Sara: Oh, oh. Aquí se va a montar
una buena. Ricardo, nos deberíamos ir.
Ricardo: Espera que me ponga los…
Rosa: Claro que soy la dueña.
Maximilian: ¿Y quién es tu marido?
Sara: Oye Ricardo, vámonos ya.
Ricardo: ¿Por qué tienes tantas
ganas de que nos vayamos?
Sara: Por eso.
Rosa: Mi marido es Ricardo. El que
se está poniendo los aparatos.
Rosa: ¿Tu padre? ¡Ricardo!
¡Explícame esto ya mismo! ¿Éste es tu hijo? ¡Me pusiste los cuernos!
Ricardo: Sí, pero eso fue hace
mucho.
Rosa: ¿Cómo pude ser tan idiota y no
ver que cuando venías de viaje de empresa me estabas poniendo los cuernos? Lo
único que espero es que éste sea el último.
Ricardo: Pues…
Rosa: ¡Yo te mato!
(Ricardo se esconde detrás del sillón mientras Rosa le tira cosas.)
Javier: Oye, chicas, ¡nos perdemos
la pelea!
Nieves: ¡Es verdad!
Maximilian: Yo mejor me voy de
España. Me da que la he cagado. Pero antes, Sara ¿quieres venir conmigo a
Londres?
Sara: Claro que sí Max. ¡Sigo
enamorada de ti!
(Max y Sara se van.)
Javier: ¿Quééééééééé? ¡Tú no estabas
en el concurso así que vuelve!
(Se va Javier.)
Cecilia: Y decía que no era su tipo,
la muy…
(Se va Cecilia)
Nieves: ¡Vuelve aquí, ladrona de
novios!
(Se va Nieves.)
Ricardo: ¡Esperadme! Yo no me quiero
quedar aquí. Llévenme con ustedes
(Se va Ricardo.)
Rosa: ¡Yo también te los había
puesto, así que vete, que me casaré con Camilo y punto!
(Rosa se sienta y entran los dos albañiles.)
Pedro: Señora, venimos por lo de la
puerta.
Juan: Eso, por lo de la puerta.
Rosa: ¿Y dónde tenéis la puerta?
Juan y Pedro: ¡No la tenemos!
(Y se van.)
Rosa: ¡Esperad, que la puerta ya
está pagada!
(Rosa se va.)
FIN
Adrián Martín Gutiérrez, 14 años.
Primer Premio Categoría Juvenil
29 Premio de Obras de Teatro Escritas por Niños y Jóvenes
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