El cliente. Te quedas, estupendo. El maletín convence. También convence mi aspecto, es un inválido, a fin de cuentas qué daño puede hacerme un minusválido. Es un disminuido, un inservible...
La puta. Todavía no he dicho que me quede.

La puta. De acuerdo. (Se sienta con cierto aire de desprecio.)
El cliente. (Irónico.) De acuerdo. Me encanta, salvaje, con orgullo. Qué gracia tendría domesticar a un animal sumiso; y qué trofeo tan exiguo poseer un simple cuerpo. No puedes ser orgullosa, acepta tu destino, el orgullo es privilegio de pudientes.
La puta. ¿Así que se trata de eso?, quieres doblegarme más de lo que cualquier otro individuo haya podido hacerlo. No eres tan original, los clientes que me aplastan con el peso de su cuerpo buscan lo mismo que tú, ejercer el poder.
El cliente. (Ríe.) He encontrado una puta con estudios. ¡Qué barbaridad! Qué dientes tan afilados tienes, lobita feroz. (Golpea la mesa.) No lograrás irritarme. Ni uno sólo de esos individuos puede compararse conmigo. La puta. Deseas lo mismo que ellos, sentirte dueño de mí.
El cliente. Basta ya.
La puta. (Señala el maletín.) ¿Qué debo hacer para ganarlo?
El cliente. Obedecerme.La puta. Obedeceré... depende.
Juana Escabias
Apología del Amor
Ediciones Irreverentes, 2011
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