jueves, 17 de noviembre de 2011

El teatro social de Ángel Camacho

El autor y crítico Luis Alemany
Es a comienzos de los años sesenta cuando se produce una prudente renovación teatral, merced al surgimiento de una actividad espectacular más rica, que se apoya en tres pilares: por una parte, la moderada relajación de la censura, que va a permitir ampliar las posibilidades expresivas; en segundo lugar, el enriquecimiento intelectual del teatro, tanto del oficial (...) como del teatro comercial (...); y en última instancia -y muy especialmente- por el surgimiento de grupos escénicos insulares, que pretenden sustituir el tradicional concepto de un teatro de aficionados exclusivamente evasivo, por un incipiente teatro vocacional, que busca el enriquecimiento técnico, ético e intelectual.

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En este caldo de cultivo surgen los primeros autores preocupados por relacionar los espacios insulares con las modernas corrientes teatrales europeas y americanas, los cuales tienen vagamente en común la adopción del realismo crítico como vehículo expresivo. (...) Las posibles coordenadas ideológicas comunes de este grupo de autores dramáticos van mucho más allá de una estricta identificación política o filosófica para inscribirse en un territorio más amplio que aglutina una coincidente preocupación intelectual por el teatro, por el hombre y por la sociedad: una posible toma de conciencia -individual y colectiva- ante la condición humana, alarmantemente deteriorada por los últimos acontecimientos políticos mundiales.

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El autor más representativo de este grupo es Ángel Camacho Cabrera (Santa Cruz de Tenerife, 1935), tanto por su continuidad ininterrumpida, de más de treinta años, con una extensísima producción de una veintena larga de títulos; como por la diversidad de géneros dramáticos transitados; pero -muy especialmente- por la coherencia de su proceso evolutivo, siempre acorde a la marcha ininterrumpida del teatro nacional y mundial. Los inicios de su producción se insertan en la temática social que nos ocupa con Jonatan (estrenada en 1962) y Un cielo de asfalto (estrenada en 1967), planteando en esta última la anulación del individuo por la difícil convivencia familiar y laboral. Esta problemática social no la abandonará nunca totalmente, regresando a ella con Symposium (estrenada en 1973) y Libres o muertos (estrenada en 1992); sin emargo, a partir de 1970 va proyectándose sobre diversas etapas expresivas que se suceden evolutivamente, pero en todas las cuales sigue apareciendo esa originaria voluntad crítica. Una de las más interesantes es la que se acoge a un experimentalismo, próximo al absurdo, con títulos como La mecedora (estrenada en 1972), Los huéspedes (editada en 1977) o La chaqueta (editada en 1981). También le ha dedicado especial atención al teatro infantil, con obras como Herodoto, ¡qué amigo fantástico! (estrenada en 1971) o Querido rey Baltasar (estrenada en 1989); al teatro psicológico, con Nana para unos ojos sin sueño (estrenada en 1986); e incluso a la pantomima con El mosquito, El retrato y Un sobrino terrible (estrenadas conjuntamente en 1967). A pesar de la desigualdad que presenta el conjunto de su obra, tal vez la mayor muestra de fidelidad generacional de este autor reside en el progresivo abandono del realismo crítico inicial para seguir la dinámica evolutiva del fenómeno escénico.

Luis Alemany Colomé
El Teatro en Canarias, notas para una historia
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1996

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