martes, 8 de noviembre de 2011

La alarma de Ángel Camacho Cabrera

Domingo Pérez Minik (1903-1989), el gran
maestro de la crítica literaria
Antes que otra cosa, Ángel Camacho Cabrera es un dramaturgo alarmado. Alarmado por las circunstancias, por el espacio, por la historia, por la duda y hasta por la realidad más próxima. Los timbres de alarma, los silbatos de alarma, los claxons de alarman inundan su escenario del modo más sustancial posible. Incluso, esa alarma puede estar representada por personas, pero asimismo por símbolos o por imágenes. Todo esto quiere decir que este estado de alarma, al fin y al cabo, no viene a ser sino la interpretación a través de la farsa, de la pantomima y del monólogo interior de la crónica que estamos aguantando, la que el dramaturgo ve, siente o verifica, la que él traduce a unas formas teatrales dadas que van desde el absurdo más impuro al alegato más incoherente y al montaje más distanciado. La crítica, la sátira y la censura se dan por añadidura, o, mejor, por el juego metafórico o, simplemente, por la significación de la palabra más inconexa. 

[...]

Nuestro autor tiene una especial preferencia por la farsa, el juego, el símbolo, lo cómico, sin duda, pero ambiguo, equívoco o lúdico. Parece que nos acercamos a una cierta juerga de tablado, un tira la piedra y esconde la mano, una versión muy personal de la situación histórica española, un indiscutible afán crítico de disconformidad, pero al mismo tiempo, un deseo muy reiterado de esa fiesta que puede terminar tirándose los trastos a la cabeza. Lejanas influencias del teatro del absurdo, a veces muy patentes, de Ionesco a Samuel Beckett o Arrabal, o del esperpento y la tragedia grotesca nacional. En resumidas cuentas, Ángel Camacho Cabrera es un dramaturgo de hoy que busca una forma definitiva de ejecución, unas estructuras más suyas y esa indiscutible comunicación con un público mayoritario que está dispuesto a entender todo lo que dice, exhibe o sugiere, con su facilidad de diálogo, el acontecimiento abierto o la respuesta con su connotación contemporánea. Es uno de tantos comediógrafos españoles en régimen de paro forzoso, por tantas razones conocidas, sin subsidio además. De todas maneras, él no se detiene, se representen o no sus obras, y espera el momento de volver al quehacer del escenario cuando las circunstancias sean otras, aquí, en estas islas, con más propicios directores de escena,´las autoridades y el público con la misma mentalidad foránea trasnochada, aunque unos sean de la derecha y otros de la izquierda.

Domingo Pérez Minik
Introducción a "La mecedora", "Los cantos de las sirenas", "Los huéspedes"
Ediciones Nuestro Arte. Santa Cruz de Tenerife, 1977

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